Como era de esperarse, contra una de las vallas y custodiados policialmente como si fueran terroristas, un grupo de personas se plantó con sus carteles para reclamar en contra del presidente. Nada extraño, es cierto.

Lo confuso vino seguidamente. Obviamente, quienes cumplíamos allí un rol periodístico, nos acercamos. Los escrachadores, casi a los gritos, preguntaban de manera agresiva porqué les sacábamos fotos, como si la razón no se pudiera adivinar. Incluso, bajo la aclaración que pertenecíamos al rubro prensa, insistían con la violencia verbal.

Todo lleva a preguntarse una cosa: Si te decidís a hacer un "escrache", o como se llame poner algunos carteles en contra de algo y/o alguien público, ¿la idea no es que te vean?, ¿Tendrías que atacar a la prensa que quiere mostrarte o, todo lo contrario, invitar a que te ayuden a replicar tu mensaje?
Si no se exhibe lo hecho, ¿no es lío por el lío mismo en vez de un reclamo real?

Probablemente, lo que querían exponer estos manifestantes era razonable, más viendo los errores en continuado que se manda el Gobierno Nacional. Sin dudas, más de uno hubiera avalado los pedidos si los explicaban (y acá levanto la mano).

Muchachos y muchachas, ¿No era mejor pedir una nota ahí mismo para llegar más lejos?, capaz que varios estábamos de su lado.

Igualmente, para casi un policía por manifestante cuando lo único que hacían era pegar un par de gritos, parece un poco muchos, pero ese es otro tema...