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El "gringo" Ghersetti y un aniversario muy especial

07/06/2017

En los próximos días se cumplirán 70 años de la llegada de los Ghersetti a nuestro país. Este aniversario es el punta pie para destacar la importancia que tuvieron los inmigrantes en el desarrollo de Tandil y recordar algunos personajes y costumbres que hacen a nuestra memoria popular.

por
Mauro Carlucho

Jorge "giorgio" Ghersetti nació en Puerto Belgrano (al lado de Bahía Blanca), pero la familia se mudó rápidamente a Tandil atraídos por la belleza y prosperidad de lugar.

Sus padres habían llegado de Italia en el año 1947, escapando a una post guerra que era realmente dramática.

Hasta aquí una historia habitual de aquellos tiempos. El mundo había entrado en guerra y los países de la periferia recibieron a miles de exiliados europeos, que escapaban del hambre y el horror.

Siempre se dice que la Argentina es un país de inmigrantes (vale aclarar que los verdaderos dueños eran los pueblos originarios, pero fueron masacrados en pos del "progreso") y los números lo reflejan, ya que desde el "descubrimiento" de Colón, América fue una tierra de oportunidades.

En el caso particular de los italianos, la inmigración abarca un periodo de aproximadamente cien años, desde 1855 hasta 1955. Entre el primer grupo podemos mencionar a los picapedreros que llegaron a Tandil en el siglo XIX, pero los Ghersetti lo hicieron en la última oleada, es decir después de la Segunda Guerra Mundial.

Los historiadores Luigi Favero y Luciano Baggio describen a los italianos llegados en ese entonces, como "de mejor nivel de escolarización y un mayor dinamismo emprendedor". Respecto de las actividades económicas a las que se dedicaron sostienen que mayormente se desempeñaron en la industria y que se ubicaron más en las zonas urbanizadas que en el campo.  "Levantaron más rápidamente viviendas, talleres y pequeñas y medianas industrias".

Este es el claro ejemplo de José Floriano Ghersetti, padre de Giorgio, y el puntal de la familia que formaron junto a Emilia Purgar.

A partir de la segunda posguerra es el propio Estado italiano el que promueve la partida hacia la Argentina. En 1946 la Asamblea Constituyente definía la política de migración como un lado esencial de la política económica y social en general.

Lo cierto es que el grave problema de la desocupación se intentó solucionar a través de la emigración de la mano de obra excedente; para ello, Italia buscó firmar acuerdos con países demandantes de trabajadores como Australia y Argentina.

Nuestro país facilitó el ingreso de estos extranjeros con leyes y convenios firmados por el Presidente Juan Domingo Perón. Por este medio se intentó atraer a trabajadores de distintas actividades económicas como lo eran los colonos, artesanos u operarios.

Desde 1870 hasta 1960, con algunos altibajos en las cifras, se radicaron en el país más de 2 millones de ciudadanos italianos y, por momentos, llegaron a ser casi la mitad de la población del país. Se estima que en la actualidad, el 90% de la población argentina tiene alguna ascendencia europea y que al menos 25 millones están relacionados con algún inmigrante de Italia.

Los Ghersetti se asentaron primeramente en Puerto Belgrano, donde ya venían con trabajo asegurado. Lo mismo hicieron otros centenares de familias, que compartían esta dura historia del desarraigo.

"Mis padres habían perdido todo por la guerra, hasta la familia. Cuando llegaron a la Argentina lo hicieron a penas con lo puesto, dos bicicletas y la escopeta de dos caños. Esta última era infaltable?", relató Ghersetti a ElDiarioDeTandil.

La habían pasado tan fulera que apenas querían hablar de su tierra. Sufrieron mucho y les llevó un tiempo acomodarse a estas nuevas costumbres.

Jorge, nuestro entrevistado, nació al año siguiente de la llegada. Su padre trabajaba como operario en la marina y su madre se encargaba de los quehaceres hogareños. 

"En casa se hablaba en tano y mis amigos también eran hijos de tanos, asique me costó mucho aprender el español, a pesar de que nací aquí. Mis padres tenían más facilidad y agarraron el nuevo idioma enseguida, pero yo hasta tuve que ir con una profesora particular porque sino no me dejaban entrar al Colegio San José", recordó de su infancia.

La mudanza a Tandil se dio por un ofrecimiento de José Stacul, quien era apoderado de Santiago Selvetti y se fue hasta Puerto Belgrano para invitar a los italianos a trabajar en Metalúrgica Tandil.

"Me acuerdo perfecto cuando volvió mi padre y nos dijo que nos veníamos a Tandil. Armamos las maletas y viajamos 12 horas en tren desde Bahía Blanca. Al llegar, primero nos alojamos en el Hotel Edén y después fuimos a parar a la quinta de los Fidanza, donde hoy se encuentra el Club Nahuel. Vos no te imaginas la alegría y la emoción que le agarró a mi madre cuando llegamos a la estación. Veía las sierras y se le llenaban de lágrimas los ojos. Le hacían recordar a su tierra", nos contó también muy emocionado.

 Nuestra ciudad ya había pasado por el boom de la piedra y se estaba posicionando como una importante capital de la metalmecánica. De allí las travesías que hacían los visionarios como Selvetti para buscar mano de obra capacitada.

La historia a partir de aquí es común a muchos europeos que "hicieron patria" en la Argentina. Fueron un factor determinante en el desarrollo de la industria y aportaron su rica cultura en la sociedad.

"Hay imágenes que nunca se me van a borrar de la memoria. Son historias que me marcaron para siempre. Por ejemplo cuando íbamos los sábado al correo, que estaba en España y Alem. La primera semana del mes iban todos los tanos y los españoles a mandar las cajas para Europa. A eso no me lo olvido más. No solo porque era una diversión para mí en aquel tiempo, sino por lo que significaba para ellos", dijo.

Giorgio recuerda con alegría los encuentros en el Manantial de los Amores o en la quinta San Gabriel. Hasta 500 italianos y descendientes se reunían a comer y hablar de su tierra. "Alguno aparecía con el acordeón, otro con la guitarra, la mandolina, el violín y mi padre llevaba la armónica. ¡Parece que los estaría viendo!, cuando cantaban alguna canción de Italia se les quebraba la voz, no te das una idea como extrañaban su tierra. Con esas cosas te dabas cuenta lo que significa el desarraigo y el estar lejos de tu patria", mencionó.

Su padre llegó a ser Jefe de Mantenimiento en Metalúrgica Tandil hasta que en el año 1968 fundó Técnica Ghersetti, otra firma que supo quedar en la historia de nuestra metalmecánica.

Trabajando arduamente, Ghersetti logró darle calidad de vida a su familia. Compró su primera casa sobre Avenida Rivadavia y Giorgio recuerda patente aquella época: "Habían salido unos créditos muy buenos y los tanos se metieron de lleno. La zona de Rivadavia, Alberti y Constitución estaba llena de italianos. Todos laburantes. Al mismo paso que levantaban las casas por su cuenta, se encargaban de la infaltable quinta. Todos producían sus tomates, competían a ver quién hacía mejor la salsa o el chucrut. Había un sentimiento de comunidad, de tirar todos juntos. Ahí surge el Club Italiano en un terreno de calle Mitre. Los mismos tanos fueron a levantarlo con sus manos y se transformó en un importante punto de reunión".

Más adelante, cuando corría el año 1980 y la situación económica  era un descalabro, José Floriano Ghersetti decidió volver a Italia.

Había hecho lo imposible por mantener el plantel de empleados, pero la Argentina tiene esos vaivenes que son difíciles de asimilar.

"La enseñanza más importante que me dio mi padre fue la de no bajar los brazos, pero esa vez no lo pudo soportar. Y mirá que ya tenía nietos para disfrutar en Tandil, pero no soportó la situación y se volvieron los dos a Italia. Mi padre falleció 8 años después en Roma y luego la trajimos a mi madre". Se le corta la voz y se detiene. Parece que los estuviera viendo. Quizás caminando por las sierras, uno de los paseos favoritos, o cazando en los campos, el hobby predilecto de aquellos tanos.

"Doy gracias de haber caído en Tandil. Esta ciudad está bendecida, no hay duda de ello. Pero mucho de su historia está relacionada con los inmigrantes que vinieron a trabajar y se rompieron el lomo para salir adelante. Por eso se me antojó hablar con ustedes. A 70 años de la llegada de mis padres, quería reflejar la importancia de los inmigrantes y la gente que hizo tanto por Tandil", finalizó.

Vale la pena este recuerdo. El caso de los Ghersetti es solo un ejemplo de la historia de este país. Gente de trabajo, con arraigo e identificada con este bello valle entre sierras que nos cobija.

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