Opinión
12/05/2017
A nadie le gustar estar de duelo, pero todos tenemos que pasar varias veces en la vida por esa temida etapa.
por
María Agustina Jáuregui
El duelo no solo es muerte, es también el camino hacia una
nueva vida, una nueva etapa. Nadie escapa a sus reglas ni a sus etapas, hay que
cumplirlas todas para llegar a completarlo o se vuelve a empezar.
Quiero destacar que cuando hablamos de duelo no solo nos
referimos a la muerte de un ser querido. También hacemos duelos en muchas otras
situaciones como pueden ser una separación, divorcio, la pérdida de un trabajo,
el cambio de lugar de residencia, el cierre de etapas en general. Hay muchas
situaciones ante las cuales nos enfrentamos a tener que lidiar con el duelo,
por lo cual me resulta interesante abordar este tema y poder indagar en lo que
estamos viviendo o vamos a vivir en algún momento, ya que cuando las cosas se
nos hacen más familiares a veces lidiar con ellas, puede resultar un poco menos
incómodo.
Las 5 etapas del duelo fueron definidas por la psiquiatra
Elisabeth kübler-Ross en 1969, y ella aclara que estas etapas no se transitan
en un orden específico y fijo, sino que pueden variar de persona en persona.
¿Cuáles son las etapas?
Primer etapa: LA NEGACION.
La negación es un mecanismo de defensa que todos los seres
humanos tenemos para defender a nuestra mente de las cosas que no podemos
asimilar, puede ser de manera consciente o inconsciente, pero en cierto modo es
"la encargada de mantenernos a salvo de la realidad", cuando un evento irrumpe
en nuestra vida (ya sea el fallecimiento de alguien o alguna de las pérdidas
que mencionaba anteriormente) lo primero que nos ofrece nuestra mente es un
escape, negar la realidad, intentar que todo sea igual, cuando ya no lo es.
Esta es una etapa temporal y muchas veces podemos resumirla con una frase "no
me puede estar pasando esto a mí", esta etapa nos ayuda a tomar contacto poco a
poco con el dolor y a amortiguar de cierta manera el impacto de la notica. Nos
encontramos diciendo cosas como "no lo puedo creer", "tiene que ser mentira"
etc.
Es importante saber que esta etapa debe ser solo temporal, y
que si vemos que se prolonga demasiado en el tiempo o genera algún tipo de
sintomatología física, es bueno recurrir a algún especialista que ayude a
seguir adelante.
Segunda etapa: ENOJO (IRA)
El enojo empieza a manifestarse cuando la realidad que nos
abruma resulta imposible de negar, ya no hay modo de escapar a lo que nos
sucede y nos enojamos.
Durante todo el periodo del duelo el enojo se manifiesta de
diferentes formas e intensidades, podemos enojarnos con la situación, con
cosas, con amigos, con la persona que perdimos o el trabajo, hasta con objetos
o con el mismo Dios.
Es importante que las personas que acompañan a alguien que
atraviesa el duelo sepan que esta etapa es normal y que el enojo no es algo
personal contra esas personas que nos rodean.
También es bueno al identificarnos como enojados buscar
maneras saludables de expresar este sentimiento, no reprimirlo y dejarlo fluir.
Puede ser útil escribir sobre lo que nos pasa, pintar o hacer ejercicio para
canalizar esa energía y no dejar que nos consuma.
Tercera etapa: NEGOGIACION
Es otra etapa en la que conectamos con un mecanismo de
defensa, negociamos mentalmente para intentar aliviar el dolor. Nos decimos
cosas como "tal vez si yo hubiera dicho?" "si yo hubiera tenido tiempo?" "si
pudiera volver el tiempo?"
Es como si nuestra mente intentara anclar en el pasado y
negociar una solución para que el presente sea otro. Claramente esto no es
sostenible en el tiempo, ya que la realidad actual que nos llevó a estar de
duelo, no se puede modificar. Sostenernos en esta idea melancólica de modificar
el pasado, si se prolonga durante mucho tiempo, puede demorar y hasta estancar
el proceso hacia la sanación.
En esta etapa es fundamental comenzar a conectarnos con el
presente y con la nueva realidad que vivimos. Retomar contacto con nuestras
rutinas, y compartir con nuestros seres queridos.
Cuarta etapa: DEPRESION (TRISTEZA)
La pérdida que sufrimos ya es innegable, en esta etapa
tomamos contacto con el dolor genuino de la perdida acontecida. Y como el dolor
duele, buscamos refugio y nos retraemos. Hay una tendencia importante a elegir
espacios íntimos, nos aislamos y hasta se muestra cierta reticencia a estar con
los familiares y seres más queridos.
Nuestra pérdida es una realidad que cala hondo, nuestra vida
ya no es la misma y no lo será jamás. Eso genera además de tristeza, miedo y
ansiedad, ante el futuro que se transforma en una gran incógnita. El
sufrimiento toma el mando y la sensación reinante es la de "ahora mi vida va a
ser siempre asi, voy a sufrir por siempre" como si no fuera a tener fin.
La tristeza es una de las emociones básicas, y tiene
relación directa con el valor afectivo que nos une a aquello que perdimos.
Cuanto más queríamos eso que perdimos, más imposible vemos la posibilidad de
salir adelante. No estamos enfermos de depresión, sino viviendo una etapa de
profundo dolor por nuestra perdida, aunque los síntomas y las conductas sean
similares a una depresión, esta etapa forma parte del proceso y es nuestra
forma de comenzar a aceptar esta perdida y anclar nuestra vida en el presente.
Es importante tener paciencia con nosotros mismos y el
entorno, respetar los tiempos de cada uno y dejar que los sentimientos sigan su
curso natural. Poco a poco empezaremos a encontrar consuelo de diferentes
formas.
Quinta etapa: ACEPTACION
En esta etapa abrazamos la nueva realidad y la aceptamos tal
y como es.
Hemos perdido algo o alguien importante, ya nada es lo
mismo, pero el nuevo mundo está aquí para que sigamos viviendo y encaremos la
vida a pesar del dolor, ya no resistiendo, sino caminando con la experiencia
que nos ha nutrido de diferentes maneras.
Sabemos que a pesar de todo, podemos y vamos a estar bien.
Surge algo así como una nueva relación con uno mismo que nos permite
reflexionar sobre los valores de la vida, sobre el sentido que queremos
otorgarle a las cosas o las situaciones. Nos conectamos más activamente con el
presente y los proyectos a futuro y podemos recordar el pasado más
amorosamente.
Una vez que logramos atravesar estas etapas, en el orden que
nos resulte o que podamos, una nueva vida comienza. Y si bien no todo lo que
nos pasa en la vida podemos elegirlo, es importante saber y tomar conciencia
que somos felizmente responsables de la actitud que tomamos ante cada
circunstancia. Que el autoconocimiento y el acercarnos a estos temas cuando
llega la hora, puede ser de utilidad para no sentirnos "el bicho raro" que no
sabe lo que le pasa ni cómo salir adelante.
Cada etapa de la vida representa un desafío, pero en cada
desafío también se presentan múltiples oportunidades de aprendizaje y
crecimiento personal. Cada duelo que vivimos es una parte más de este camino
llamado vida.
María Agustina Jáuregui
Coach Profesional Certificada
Avalada por la Asociación Argentina de Coaching Ontológico
Profesional.
agustinacoach@gmail.com
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