PERSONAJE DE LA SEMANA

Dipi, en el recuerdo

26/04/2017

A 10 años de su muerte, Tandil recuerda la figura del genial escritor Jorge Di Paola Levín. Se trata de un personaje muy singular de nuestra cultura. Amado y defenestrado, nunca logró pasar desapercibido y supo quedar en el recuerdo de todos sus allegados.

por
Mauro Carlucho

Recurriendo al lenguaje cartográfico, con sus recursos y elementos formales, Sergio Gutiérrez y Cristian Segura pensaron un mapa de la ciudad de Tandil con el trazado de un circuito por los lugares fundamentales en la vida de su amigo en común, el escritor Jorge Di Paola Levín (Dipi), como homenaje, a 10 años de su fallecimiento.

El recorrido establece un camino preciso por las calles de Tandil. Son aquellos lugares fundamentales en la vida de este notable escritor, como la casa natal, la Biblioteca Rivadavia, la Confitería Rex, el Bar Ideal, la casa de Witold Gombrowicz, El Diario Nueva Era, el Museo y Academia de Bellas Artes, entre muchos otros.

En palabras de los responsables del proyecto: "Este mapa permitirá tener otras percepciones, vivencias y experiencias fuera de la comunicación convencional de datos e información de una manera espacial mediante el desplazamiento por la ciudad. El circuito está simbolizado por líneas, que son el recorrido establecido para que la gente camine, y por puntos, que representan los lugares a visitar. Y por anotaciones que dan referencias textuales acerca de esos sitios en relación a la vida de Dipi en Tandil. El resultado final es una imagen donde quedan reunidos lugares, personas y eventos. El mapa permite realizar interacciones entre estos conceptos. Al tiempo que se constituye en un sentido homenaje".

La presentación tendrá lugar en Casa Chango (25 de mayo 451, Tandil) el próximo sábado 22 de abril a las 19:30hs, en un encuentro distendido y alejado de formalidades, al que se invita a asistir a los amigos y lectores de Jorge Di Paola Levín*, así como al público en general.

¿Quién era Dipi?

Nació en el año 1940, hijo del dueño de una farmacia tradicional de Tandil y una joven judía. Fue hijo único y desde joven se interesó por temas tan opuestos como la química, el teatro, la astronomía, la escritura, el aeromodelismo y el arte.

Sus primeras armas en la literatura las compartió con Néstor Tirri, pero luego se fue a La Plata donde se hizo amigo del genial Ricardo Piglia.

Está claro que nunca pasó desapercibido, ni siquiera en la capital provincial adonde fue a continuar sus estudios universitarios con muy poca fortuna.

Rápidamente entró en conflicto con la vida universitaria y volvió al pago chico, donde fue sorteado para el Servicio Militar Obligatorio.

Por aquella época comenzó su relación amistosa con Witold Gombrowicz, el escritor polaco que marcó a toda esa generación. Vale remarcar que Dipi ya había leído a Gombrowicz previamente a su llegada.

Gombrowicz pasaba los veranos en Tandil y en invierno vivía en Buenos Aires. Di Paola lo visitaba seguido en su habitación de la calle Venezuela. Hicieron juntos varios viajes a Montevideo. Gracias a la influencia de Gombrowicz, algunos de los primeros cuentos de Di Paola fueron traducidos y publicados en revistas francesas y polacas.

Di Paola es uno de los cuatro "discípulos" que recuerdan a Gombrowicz en la película de Alberto Fischerman "Gombrowicz o la seducción". Los otros son Mariano Betelú, Alejandro Russovich y Juan Carlos Gómez.

La relación con Gombrowicz  duró hasta 1966 cuando el polaco deja Argentina y Dipi se muda a Buenos Aires para trabajar de periodista. Hasta allá se dirigió en contacto con Osvaldo Soriano, otro genio literario relacionado con Tandil.

En Buenos Aires se encontraban a escribir en los bares de Plaza Dorrego. Cuando Soriano estaba por concluir "Triste, solitario y final", su primera novela, le pidió consejo a Di Paola, porque no podía terminar el relato. "La novela ya la terminaste y no te diste cuenta", le contestó Di Paola. "Escribiste un capítulo y medio de más". Soriano sacó esas páginas y así publicó el libro.

Su trabajo no estaba en las redacciones periodísticas, sino que era un sujeto de bares y fondas. En las calles tomaba contacto con una realidad que lo pasaba por encima. Di Paola tuvo una larga carrera como periodista, primero en publicaciones como Panorama, Confirmado y La Opinión, y luego en El Porteño. Aprovechó la profesión para viajar mucho; durante los años del proceso llevaba noticias a los exiliados. Tuvo una relación estrecha con María Moreno. La historia de algunas de sus notas forma parte de la mitología. Que vivió tres meses en la isla donde transcurre Robinson Crusoe y se perdió en un bote en el Pacífico. Que fue a entrevistar a Carlos Monzón, discutieron y él quiso pegarle. Pero Monzón se negó a luchar, y Di Paola tituló la nota: "La primera vez que Monzón se rindió ante un supermosca".

Entre sus múltiples facetas, también fue fotógrafo. De hecho, uno de los trabajos más redituables que tuvo en su vida laboral fue el de hacer fotonovelas para Sandro.

Once años después de su primer libro, en 1974, Di Paola publica el segundo: "Los cuentos de La virginidad es un tigre de papel", editado por Daniel Divinsky en De la Flor. La contratapa está escrita por uno de los periodistas argentinos más emblemáticos de ese momento: Enrique Raab.

"Los amigos de Jorge Di Paola no se sorprenden de que él haya elegido el cuento como paso inicial de su oficio de escritor. Basta oirlo hablar: afecto a las formulaciones breves, suele rematarlas con una sola palabra que valoriza -o se burla- las parcas palabras anteriores. Agobiado por enfermedades psicosomáticas, casi siempre achacoso de un pie, un hombro, una cadera. Di Paola sabe muy bien que esas incomodidades son su manera, muy simpática, de canalizar la angustia. No quiero pasar por ingenuo: no estoy proponiendo que la producción de un escritor deba parecerse, a la fuerza, a la imagen que de él conocen sus amigos. Dipi es breve y sorprendente y varios de los cuentos de La virginidad es un tigre de papel son también breves y sorprendentes", escribió Raab.

Di Paola era un caos en su vida diaria. Bebía y comía descontroladamente, así fue que empezó a tener graves problemas de salud.

"Siempre estaba rodeado de mujeres hermosas, intensas y divinas. Los hombres nunca entendieron qué le veían las chicas. Y lo más genial es que a Dipi le parecía natural que esas mujeres estupendas gustaran de él", recuerda Kiwi Sainz en Clarín.

Con la muerte de su madre se agravaron sus desbarajustes y se pronunció un estado de abandono que llamaba la atención de sus amigos.  Sus amigas más jóvenes, de los secundarios de Tandil, le hacían compañía en el departamento. Lo cuidaban y descuidaban, según las ganas de Dipi. Le pintaban con grafitis las paredes de los ambientes. Su vida era un hermoso caos.

Las estadías de Di Paola en Buenos Aires empiezan a espaciarse. Sus amigos porteños viajan cada vez más seguido a visitarlo a Tandil. Juntan plata para ayudarlo a pagar los servicios, las expensas. Lo invitan a comer.

En el año 2001 publicó "El arte del espectáculo", un magnífico libro de relatos breves, de diferentes épocas de su vida. En 2003 fue el gran homenajeado de la Bienal Venus, que se hizo en Tandil en su honor, en el hostel de su amigo Sergio Gutiérrez, y a la que los venusinos viajaron en un "tren del amor". Ya no volvería a Buenos Aires. Su afán escriturario se había trasladado a los extensos y constantes correos electrónicos que enviaba. Desde siempre, pasaba mucho tiempo escuchando la radio, y le gustaba mirar televisión de aire.

En 2004 su salud sufrió una recaída importante. Un año después fue su ciudad la que lo agasajó con un homenaje, al que fueron especialmente invitados a hablar Guebel, Eduardo Montes Bradley y Bizzio, que leyó unas "Notas para un homenaje a Dipi Di Paola", muy recordadas.

La muerte le llegó el 23 de abril de 2007, a los 66 años de edad. Tuvo el tiempo necesario para dejar su marca y quedar en la historia de este bello pago chico.

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