PERSONAJE DE LA SEMANA

Héroes

05/04/2017

El Comodoro Raúl Ángel Díaz es un reconocido ex combatiente de Malvinas que vive en nuestra ciudad desde el año 1979, con algunas intermitencias. En su historia queremos destacar el valor y el orgullo que nos genera su compromiso para defender y proteger la patria. A 35 años de la gesta de Malvinas, presentamos un Personaje muy singular. Un héroe como reza el título de este artículo.

por
Mauro Carlucho

Díaz nació en el departamento de Godoy Cruz, pegado a la capital mendocina. Desde muy chico supo que su futuro estaría en los cielos, a bordo de un avión. A pesar de que no había una tradición familiar en las Fuerzas Armadas, soñaba con ser piloto.

"Recurrentemente veíamos aviones Sabre que volaban por Mendoza y desde muy chico les dije a mis padres cual era mi deseo. Recuerdo que en la infancia presencié un accidente aéreo y eso me quedó marcado. No pensaba en otro futuro, que ser aviador militar", le comenzó diciendo a ElDiarioDeTandil.

Esta vocación se aclaró rápidamente cuando a los 16 años entró en la Escuela de Aviación, hasta ese momento reservado para jóvenes más grandes. "Mi madre no quería saber nada y mi viejo me apoyaba pero tácitamente. Era muy chico para irme de casa, pero tenía en claro cuál era mi convicción", agregó.

 Concluidos sus estudios en Córdoba, y tras una gran experiencia, volvió a Mendoza para cursar los estudios posteriores en la Escuela de Caza. Allí se reencontró con una novia de la infancia que hasta hoy es su compañera inseparable.

Díaz siempre fue un alumno muy aplicado y además tenía una gran vocación. Estos fueron sus pilares para aspirar a pilotear los Mirage, el avión emblema de nuestra Fuerza Aérea.

Primero fueron los Sabre y cuando estaba en proceso de sumar las horas de vuelo requeridas para pasar de nivel, fue seleccionado como instructor en la escuela de aviación. Este llamado lo alejaba de vuelta de Mendoza y además no podría completar el pase a los Mirage.

"Al principio fue toda una desilusión, pero en el año 1978 ante el incipiente conflicto con Chile se compraron los aviones Dagger y nos seleccionaron para pilotearlos. Recuerdo que fuimos a Buenos Aires primero. Éramos 28 o 30 pilotos elegidos para participar de este sistema. Era un gran orgullo, pero también había urgencias teniendo en cuenta lo que podía pasar con el conflicto limítrofe. Lo cierto es que para prepararnos nos enviaron un mes en secreto a Perú, donde volamos y conocimos más al detalle a estos aviones", relató.

 Superado el conflicto con los chilenos, nuestros pilotos quedaron con gran experiencia. Durante un tiempo estuvieron en Río Cuarto y periódicamente hacían vuelos de reconocimiento por toda la Cordillera. Sin saberlo, se estaban preparando para lo que venía.

Allí surge la idea de traer a Tandil a estos aviones. En el año 1979 las Fuerzas Armadas decidieron  instalar el sistema en nuestra base, muy cómoda al decir de Díaz.

"No conocía Tandil, solamente había pasado por aquí en viaje a Mar del Plata por la Ruta 226 y de repente fue una grata sorpresa. Descubrimos una ciudad muy bella y confortable para vivir. Como todavía no habían terminado el edificio frente a la Plaza de los Troncos alquilamos una casita en la avenida Santamarina", explicó sobre su llegada a las sierras.

A los tres años de estar instalados en Tandil se da el desembarco argentino en Malvinas y la posterior recuperación de nuestro territorio. Esta noticia sorprendió a propios y extraños, nadie estaba al tanto de la misión encargada por la Plaza Mayor del Estado.

"Acá en Tandil no sabíamos nada, nos enteramos por la televisión como el resto del país. Al principio fue una alegría inmensa, pero luego vino la incertidumbre por lo que podría pasar en el futuro", indicó.

A los cuatro días, el 6 de abril llegó la orden de partir hacia el sur. Díaz sabía que su experiencia y trayectoria lo llevarían a Malvinas en caso de que los ingleses vuelvan a pelear por las islas.

 "Nunca pensamos que nuestro primer enfrentamiento seria con los ingleses. Podría ser con Chile, o con un país vecino, pero nunca nos preparamos ni imaginamos que podríamos combatir con la Royal Navy. Nuestro sistema de defensa no estaba pensado para pelear en el mar o para atacar navíos", sostuvo sobre lo que estaba por venir.

Díaz tenía 33 años cuando se desató el conflicto. En poco tiempo se había ganado el grado de Capitán y contaba con una gran experiencia.

"Todavía se hablaba de una movida preventiva, creíamos que la diplomacia podía frenar el conflicto pero nunca sucedió. Los ingleses no aceptaron sentarse a negociar y enseguida desplegaron la temible Task Force.  Hasta que no se abran los archivos secretos no sabremos bien que pasó, pero hay una hipótesis de que la Royal Navy buscó el conflicto para mantenerse en actividad ante un posible desmantelamiento de la fuerza", mencionó.

Ya en los primeros vuelos a Malvinas, los pilotos notaron que los 750 km de distancia entre las islas y el territorio, sumado a las pésimas condiciones climáticas, volvían crítico el aprovisionamiento de combustible.

Nuestra Fuerza Aérea debía viajar muy pesada y al regresar lo hacían con los justo. Una parte de la fuerza se alistó en San Julián y la otra en Río Grande. Desde allí preparaban con enorme arrojo la defensa de nuestro suelo.

Los ataques extranjeros comenzaron el 1 de mayo. Díaz había sido enviado de urgencia a Tandil por un posible ofensiva al territorio, pero rápidamente debieron regresar para repeler a las tropas británicas.

Ese mismo día realizó su primera misión de ataque. En pleno vuelo por las islas se encontró con los Sea Harriet de la armada rival y supo lo que era vivir un combate en primera persona.

"En varias circunstancias estábamos muy por debajo de las posibilidades de ellos. No podíamos usar técnicas normales porque éramos fácilmente detectados por los radares. La táctica que se estableció determinó atraques sorpresivos y con bombas frenadas por paracaídas. Volábamos rasante por el mar sin experiencia, ni un sistema que nos diga nuestra posición. Íbamos ciegos muchas veces. El Mirage vuela a 950 o mil km por hora, lo que se dice un avión supersónico", detalló.

Al principio su misión era interceptar los ataques aéreos a Puerto Argentino, pero luego del desembarco enemigo en el Canal San Carlos, la armada argentina enfocó sus ataques en este punto.

Allí se vivieron verdaderas proezas de nuestros pilotos. Díaz realizó 4 incursiones en combate, hasta que fue derribado junto a otros dos compañeros de escuadrón.

"Nos íbamos estudiando a través de los días, pero ellos tenían más capacidades. Teníamos un solo radar en Puerto Argentino y ellos tenían navíos por todo el océano. Pese a que no hay una confirmación oficial, también se cree que los chilenos informaban a los británicos de nuestros movimientos. Estábamos en desventaja", se lamentó.

Durante esos ataques, nuestros pilotos sabían que alguno quedaría en el camino. Así y todo siguieron marchando, muchas veces con gestas que todavía se recuerdan por lo heroico. A la noche cuando llegábamos a Puerto San Julián nos dábamos ánimo, pero era muy duro. Llegaban noticias de bajas o de aviones caídos en otros escuadrones y era difícil sobrellevarlo.

El 24 de mayo, el destino lo puso en una hora que recordará por siempre. Eran las 11 pasadas cuando el escuadrón Oro con Díaz al centro se  preparaba para bombardear al enemigo. En ese momento dos aviones "piratas" los sorprendieron de atrás y derribaron uno a uno. El primero en caer fue el teniente Carlos Castillo, quien nunca pudo volver y quedó marcado para la posteridad. Seguido bombardearon a Luis Puga y fue Díaz quien lo vio en primer plano cuando el misil le dio de lleno por detrás. Nuestro personaje atinó a gritarle desesperadamente que se eyecte, pero no vio que pasó después ya que a los pocos segundos él mismo fue víctima de los proyectiles enemigos.

Díaz logró eyectarse como pudo y cayó milagrosamente sobre la turba de Malvinas con un brazo inutilizado y algunas vertebras dañadas. Consultado sobre cómo fueron esos primeros momentos, solo dijo que estaba preocupado por sus compañeros. A Castillo lo había perdido totalmente de vista y no logró ver que fue de Puga. Esta situación nubló su mente y quedó tirado por un tiempo hasta que pudo volver en sí.

A las pocas horas, un grupo de pilotos argentinos que estaban en un poblado kelper a pocos kilómetros vinieron por él. Al otro día dieron con Puga, quien cayó al agua y estuvo más de 5 horas nadando en aguas congelas para llegar a tierra firme. Luego de esta proeza, Puga pasó toda la noche caminando en círculo por la zona para no morirse de frío.

Luego estuvieron varios días en las islas hasta que pudieron ser rescatados en una avioneta para traerlos de vuelta al territorio. Díaz estaba maltrecho y hasta contempló la idea de perder un brazo por la falta de atención.

Imaginen a un avión pequeño trasladándose entre fuerzas enemigas, con condiciones climáticas deplorables. Cada acción de estos héroes en Malvinas vale una anécdota increíble.

Este arrojo y valentía de nuestros soldados y pilotos es destacado en el mundo entero. Enfrente estaba una de las fuerzas más temibles del mundo. Y así y todo le hicieron frente para defender nuestro territorio y nuestra soberanía.

"Te puedo asegurar que en condiciones adversas dábamos lo que no teníamos. Nos agrandábamos como se dice. La Escuela de Aviación nos dio una gran templanza, un cariño y respeto a la patria que excede todo lo demás. A diario escuchábamos de las bajas o mi hablar cuando vimos el despliegue británico en la Islas, pero así y todo volvíamos a atacar como el primer día de combate", finalizó.

Ese sentimiento los hizo inmortales. Su historia se contará por los siglos de los siglos. Hay libros y mil historias que hablan de la proeza de Malvinas. Los británicos ganaron la guerra, pero ellos se obtuvieron el respeto del mundo entero. 

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