PERSONAJE DE LA SEMANA

Runners, una pasión inexplicable

09/03/2017

Carolina Miranda viene de cumplir un sueño. Junto a su pareja se animaron al Cruce de los Andes. La extraordinaria carrera de aventuras que une Argentina con Chile. A 200 años de la epopeya de San Martín, nos cuenta su historia en la montaña y empezamos a entender un poco sobre esta pasión de los tandilenses por el running y el deporte de aventura.

por
Mauro Carlucho

El Cruce Columbia se realiza desde hace 15 años, en la Patagonia, durante el mes de febrero. El objetivo de la carrera es cruzar los Andes, uniendo Argentina y Chile, en una distancia de más de 100 kms, divididos en 3 etapas.

Dado que la Cordillera de los Andes ofrece muchísimos pasos por donde unir ambos países, el recorrido cambia todos los años, manteniendo siempre marcos geográficos únicos en el mundo.

Los lugares en los que se desarrolla el evento son de una belleza inigualable. Los corredores atraviesan montañas y volcanes, cumbres nevadas, bosques, lagos, valles y zonas rocosas.

A pesar de realizarse durante el verano, las variaciones climáticas son enormes. Algunas ediciones han sido acompañadas de días de sol espectacular, con una temperatura que puede llegar a los 20º. C. Otras, sin embargo, enfrentan a los corredores con situaciones climáticas verdaderamente adversas que pueden incluir frío, nieve, intensos vientos y lluvias copiosas.

Por todo esto, la exigencia física para los corredores es enorme y requiere de un intenso entrenamiento previo. Es una carrera para quienes aman la aventura y están dispuestos a Uque ello implica.

A priori, la descripción de la competencia se antoja  cuasi imposible para una joven masajista de 38 años. Pero luego nos damos cuenta que estamos equivocados. Es increíble lo que puede lograr una persona cuando se lo propone verdaderamente.

El lema de la carrera advierte que "no todos pueden correrla", dada su dificultad. Pero luego advierte que "nadie que la corra podrá olvidarla". Este es el caso de nuestro #Personaje de la Semana.

Los comienzos

Carolina pasó su infancia en el barrio de las ranas, allí por las calle Machado y Saavedra. La primaria la hizo en la escuela 37 y la secundaria en Comercio. "Tuve una infancia linda, de barrio. Con muchos amigos y juegos compartidos. Antes era común subirse a los árboles y andar todo el día en la calle. Se disfrutaba muchísimo", comenzó diciendo.

Nunca fue muy adepta a practicar deportes, pero le gustaba ir al gimnasio de tanto en tanto. Esa era la relación con el deporte. Ni hablar cuando empezó a fumar de adolescente. En aquella época ni se imaginaba con atravesar montañas y ríos de a pie.

A los 20 años comenzó a salir con Diego Zugasti y poco después empezó a trabajar como masajista. Su vida seguía los pasos habituales de una joven del interior, sin demasiados sobresaltos.

 Pero cuando cumplió los 32 años empezó a descubrir un mundo que parecía lejano. Su primer acercamiento con el atletismo se dio en una corre caminata organizada en el barrio de Villa Italia. Por aquellos días se estaba por inaugurar una nueva calle y los festejos incluían una prueba atlética. Carolina se anotó como caminante, para ver de qué se trataba.

Fue hace solo 5 años que cruzó la meta por primera vez. Aquella mañana de domingo estaba comenzando algo trascendental en su vida.

"Ya esa primera vez me gustó, después me fui anotando en otras carreras y decidí empezar con un grupo de entrenamiento. Después le dije a mi profesor que quería correr, no me alcanzaba con caminar y sentía que podía dar más. Enseguida me puse como meta correr La Tandilia, que es nuestra carrera más tradicional. Es como que vas subiendo escalones, cada día querés más y más, pero se va dando de a poco", comenzó diciendo.

Su historia es la de muchos tandilenses. Solo basta dar una vuelta al dique a cualquier hora del día para ver cómo la gente da vueltas sin cesar por los hermosos paisajes de la serranía.

"No exagero cuando te digo que esto me cambió la vida. Empecé de la nada y ahora se transformó en una pasión que cuesta explicarla. Ni hablar cuando tiempo después mi pareja (Diego Zugasti) empezó también a correr. Hoy vemos donde estamos y lo que logramos y no lo podemos creer. Era algo impensado hace un tiempo", agregó.

Vale remarcar que tanto Carolina como Diego corren por placer, para sentirse bien. No son atletas profesionales ni mucho menos, son parte de la tribu de "los runner tandilenses".

Cada día un poquito mas

Luego de las caminatas pasó a las carreras, siempre de calle en ese primer período. El grupo donde entrenaban, con Sebastian Tosti a la cabeza, se especializaba en estas competencias.

El punto culmine fue La Tandilia, como decíamos antes. Después de esta prueba se volcó de lleno a la aventura. La divertía más el entorno natural y las sierras. Seguramente influida por un paisaje y un sinfín de posibilidades que nos brinda este hermoso valle entre sierras.

"Ese fue otro gran descubrimiento. Me hace feliz correr aventuras, salir por caminos distintos. No es mentira cuando te dicen que hace bien correr. No solo por el físico, te relaja la cabeza, te libera de muchas tensiones. Es un cable a tierra increíble. No debe haber mejor manera para sacarte el stress de encima. Te diría que es casi mágico", explicó emocionada.

Así se fue animando a cada prueba que se hizo en Tandil y alrededores. Cada vez iba subiendo el nivel y bajando los tiempos. Más allá de que no compite por el podio, es real que los atletas se matan por mejorar sus tiempos, por sentirse mejor corriendo.

Así empezó a aparecer en el horizonte esta ilusión del Cruce de los Andes. Hablamos de la carrera más famosa en Argentina de esta especialidad. Un desafío que requiere una mayor preparación.

Correr entre las nubes

"El Cruce? es el sueño del pibe. Antes lo veía imposible, pero poco a poco se fue acercando. Nos fuimos metiendo cada vez más en el ambiente y con Diego nos propusimos correrla. No es algo fácil. Exige una gran preparación y para ello hay que resignar muchas cosas, sobre todo tiempo. Hay que entrenar fuerte, cuidarse en las comidas, visitar un nutricionista, descansar lo necesario  y pensar muchos detalles", explicó.

Para este objetivo empezaron a trabajar con un profe particular. Facundo Prioletto los acompañó durante un año en toda la preparación. Corrieron todas las pruebas locales del 2016 y a fin de año encararon la prueba de fuego en Villa La Angostura. Allí se corre la 42K de Salomón en la montaña, un verdadero test para saber a dónde estaban parados.

 "Si te pones a ver fuimos muy prolijos, no es que nos mandamos como unos locos. Sino que nos preparamos a conciencia. Mucha gente no llega o tiene algún inconveniente durante la prueba. Es realmente exigente. Pasas de 30 grados a menos que cero. Te mojas, pasas frío y te sometes a muchos cambios drásticos. Pero como tiene eso también tiene lo lindo. No me salen las palabras para explicarte lo que sentí corriendo por ahí. Ver las nubes tan cerca, la inmensidad del lugar, son muchas cosas que te hacen emocionar".

Como bien dice Caro, no solo alcanza con el físico. Este tipo de competencia te pone a prueba la cabeza y el espíritu de cada participante. 

"La verdad que todo el viaje fue un sueño. La previa, cuando llegamos a Bariloche. El primer día en El Manso que es el paso fronterizo cerca de El Bolsón. Estar con toda esa gente, sintiendo lo mismo, es inexplicable". En la edición de este año corrieron más de 3 mil competidores de 30 países. El Cruce sigue expandiendo sus fronteras y gente de todo el mundo viene a la Patagonia para ser parte.

"Con muchos corredores no podes hablar porque no entendía nada, pero te das cuenta que sentimos los mismos. Las mismas ganas, el desafío, los dolores, es algo lindo ser parte de ese fenómeno. Me llamó la atención que había muchas parejas, matrimonios y novios que disfrutan esto juntos. A nosotros como pareja nos hizo muy bien. Tenemos más cosas para compartir, hasta ir a las casas de deporte a ver zapatillas. Por eso digo que es tan importante, atraviesa toda tu vida", indicó.

Diego y Carolina corrieron un promedio de 6 horas cada día durante los tres que duró la competencia. Rieron, lloraron y se abrazaron cuando sintieron que las fuerzas amainaban.

Por la noche dormían en carpas  y se bañaban en los lagos súper congelados de la cordillera. Al final de la meta los esperaba la familia. Llegaron juntos, como se lo habían prometido uno al otro. "Cada carrera es un desafío distinto, esta fue un sueño, pero luego vendrán otras, incluso otros Cruces de los Andes, porque ahora no quiero parar más. Querés volver a sentir esa adrenalina, esa alegría en el corazón que no te puedo explicar. Es algo muy lindo lo que se siente", finalizó.

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