Allá por la década del ?70 vivía en San Bernardo, hoy todavía permanece en ese bello paraje de la extensa Costa Atlántica. Desde pibe había aprendido que cada hombre debía forjarse su destino. Trabajó desde purrete, fue probando distintos oficios hasta que descubrió sus dotes como vendedor.

Ser un buen mercader es un privilegio, en aquella Argentina de los 70, como en esta del nuevo milenio. El desafío ahora era saber que vender.

Así comenzó este camino. A mediados de la década en cuestión, Don Canela estaba en el rubro de los sanitarios. En aquellos años el partido de la costa no era lo que es hoy. Apenas había unas casas costeras y comenzaban a formarse las ciudades balnearias que hoy son furor en la época de verano.

Canela recorría toda la costa, estaba en todos los comercios. Hablaba con los constructores, arquitectos. Siempre fue de estudiar el panorama, ver por dónde podía aparecer el negocio. En esos interminables viajes a bordo del Siam Di Tella se le prendió la lamparita. Faltaban pinturerías. Cada obra debía traer el material de Mar del Plata, incluso de Buenos Aires.

Ni lerdo ni perezoso buscó los contactos en la gran ciudad y dio en el clavo. Tenía el futuro en sus manos. Un primero de noviembre de 1976 abrió las persianas del comercio. Ese novedoso puesto comercial en calle Chiozza no solo sería su sostén de vida, sino que sería el puntapié para el desarrollo de su familia.

Los primeros tiempos fueron esforzados. No abundaba el stock y había que conformar a la incipiente clientela. Así viajó una y otra vez con destino a Buenos Aires. Recorrió todos los mayoristas y empresas de pintura. Muchos de esos contactos se mantuvieron en estos largos 40 años de trayectoria. De allí los excelentes precios que todavía propone en sus locales. No solo en pintura. Hablamos de durlock y la llamada construcción en seco, donde Canela es un líder en ventas.

Cuando el negocio estaba encaminado apareció la sangre nueva, sus hijos no solo que continuaron el camino, sino que lo llevaron más allá. Pinturerías Canela se comenzó a propagar por toda la costa y zona de influencia. Siempre manteniendo la visión que este tenía para su negocio. Buena atención, cordialidad y sobre todo un respeto máximo por el cliente.

En Tandil abrieron las puertas en el año 2008. El local de Marconi 1427 había sido sede de otra recordada empresa del rubro (Pinturerías Venezia). Con lo que tenías dos puntos a favor. Una excelente locación y una trayectoria en el sector. Si a esto le sumamos el inmejorable precio de los productos y un horario extendido de lunes a sábado, inclusive, vemos que nada podía salir mal.

Cuando los Canela le ofrecieron el puesto a Gustavo Crego fueron contundentes: "Venimos a Tandil para quedarnos. No solo que tenemos unos precios increíbles, sino que estamos dispuestos a brindar el mejor servicio al cliente".

La fórmula resultó de inmediato. Sin ser una firma local se metió enseguida en el gen tandilense. Hoy no solo son una de las pinturerías que más trabaja en Tandil, sino que además planifican abrir un depósito muy importante en la zona de la Ruta 226. Allí funcionará una nueva sucursal y hará de base para el sector de venta mayorista.

El trabajo mancomunado de las 13 sucursales se complementa con la atención a toda la zona de influencia. Frente al local comercial podemos leer una frase que titula esta nota: "Estamos pintando Tandil!!!". No se trata de soberbia, ni mucho menos una amenaza. Es la realidad. Tandil luce radiante y hermosa. Con colores que solo conseguís en Pinturerías Canela.