CULTURA
11/01/2017
Ajenjo cumplió nada menos que 45 años. Nos sentamos a charlar con el tecladista Miguel Di Rado para repasar su historia como parte de la banda record.
por
Brando Bruni
Hace pocos
días, más precisamente el 19 de diciembre, Ajenjo cumplió nada menos que 45
años como banda. Sin dudas, todo un record haciendo bailar a Tandil y toda la
región.
Sería casi
imposible reducir su historia a un artículo o una nota, pero siempre es bueno
hablar con alguno de ellos para repasar un poco todo ese bagaje de casi medio
siglo.
Por eso nos
sentamos a charlar con Miguel Di Rado, quien pasó gran parte de su vida tras
los teclados de Ajenjo.
SONIDOS PRIMARIOS
"Empecé con un acordeón a piano por una cuestión
de mi hermano mayor. Yo quería un piano, pero no se podía comprar, así que mi
hermano me regaló el acordeón y así comencé a los 8 años", recordó Miguel como principio de
una extensa charla. Quienes lo conocen, saben que es así, sentarse a hablar con
él equivale a un largo rato de entretenimiento.
Contó
también que hasta los 12 o 13 años siguió estudiando música, pero después se
tuvo que dedicar a la escuela secundaria, como le requería su padre. "Si me das un pentagrama, lo leo, pero no
tengo la velocidad de un verdadero músico", aclara.
Allá por el
72, Ajenjo Show estaba dando sus primeros pasos con aquella formación que
incluía a Juan Pizatti, Raúl "Chiquito" López, Alberto Pascual, Oscar Lazarte y
Miguel Díaz. Miguel estaba terminando la secundaria y explica que "me había hecho amigo del bajista, Alberto
Pascual. Él tenía una empresa que vendía masitas al lado de mi casa. Lo mismo
con quien fuera el guitarrista, Eduardo Rodríguez, trabajaban los dos juntos
ahí. Un día se quedaron sin flete y estaban desesperados porque tenían que ir a
tocar. Así arranqué con ellos, haciéndole algunos fletes y después fui el plomo
oficial".
La banda fue
mutando, por ejemplo Eduardo Rodríguez en el 75 se fue a España y entró a tocar
la guitarra Marcelo Foschino.
Cuestiones
laborales hicieron que el 78 lo pase afuera de la ciudad y cuando volvió todo
cambió para él. Mientras seguía practicando con el piano, el tecladista, Eduardo
Bedascarrabure, quería irse pero dejando a alguien de confianza. Miguel lo
resume diciendo que "la banda no buscaba
a un genio del teclado, sino a un amigo. Era una banda de amigos, nunca
pensamos que se iba a hacer tan grande. Entonces me tuve que comprar un teclado.
Los chicos me ayudaron, en esa época era carísimo".
De aquellos
incipientes períodos tras las teclas de Ajenjo, recuerda que "para mi era alucinante, ibas a un baile y
había mil personas. Teníamos un gran poder de convocatoria. Me acuerdo que la
otra banda era Tinta China, éramos como un Boca - River. Llevábamos mucha
gente. Estuvimos 20 años tocando todos los domingos en Unión y Progreso, y a
veces también los sábados".
En
constante mutación pero siempre conservando su esencia, destaca cuando Daniel
Román tomó la primera guitarra como un momento decisivo: "Entró y Ajenjo dio un vuelco muy grande, es un excepcional
arreglador, le cambió la imagen totalmente a la banda. Con él y Oscar "Chirola"
Ekeroth, la banda tuvo más power. Antes ya era poderosa desde el afecto de la
gente, era impresionante como nos seguíamos".
"Siempre hicimos la temática popular, pero con
Daniel empezamos hacer rock de los 80. Abarcamos todo, desde tocar un tango
hasta hacer algo de Yes. Llegamos a hacer Pink Floyd en los bailes, había que
bancársela para hacer eso, pero a la gente le gustaba. La juventud estaba
enloquecida con nosotros por eso, y la gente grande no se quejaba. Dejábamos a
todo el mundo conforme", repasa Di Rado.
AJENJO CON SODA
La banda
allá por los 80 estaba en un muy buen momento, del que nunca se bajaron y
supieron adaptarse.
De aquellos
tiempos (y de todas) las anécdotas de su crecimiento se acumulan. Sobre todo
fuera de Tandil. Miguel relata que "en
Juárez batimos el record en un boliche, entraron mil personas y no sabían que
hacer. No lo cuento para agrandarme, sino porque no lo podemos olvidar ninguno
de nosotros. Estábamos comiendo en un restaurante, estaba lleno de gente y
arrancamos firmando autógrafos. Cuando salimos para el boliche, salió toda la
caravana atrás de nosotros, no entendíamos donde iban".
En esa
época también pasaron por el escenario de Entreprise, en Mar del Plata, el que
fuera el boliche de moda de Argentina: "Nos
habíamos hecho amigos de una banda de Junín, Espectros. Eran espectaculares, estaba "Sartén" Asaresi, un guitarrista excepcional. Ellos hacían lo mismo
que nosotros, pero nos admiraban porque sin muchos equipos sonábamos mejor que
ellos. La semana anterior en ese lugar, Soda Stereo había presentado su disco "Nada Personal". El dueño del boliche no
sabía ni quienes éramos, no sabía ni lo que hacíamos. Ahí entraban 2000
personas, cuando empezamos habría 150, el dueño estaba re amargado. La gente se
empezó a ir, pero habían salido a buscar más. La confitería se llenó". En
algún lado debe estar el libro de oro con todas las firmas de los visitantes
ilustres a Entreprise, la de los Ajenjo está al lado de los Soda, y entre la de
todas las estrellas del momento. La semana posterior, ahí tocó Virus.
EN CINTA
El
crecimiento y el querer ir por más los llevó a algo que parecía totalmente
natural: grabar. El formato que predominaba era el cassette y una cinta fue que
quedó plasmada la única producción del grupo, a la que bautizaron "Existir".
Miguel fue
el encargado de producir el laburo, el problema fue la falta de timing. Todo
pasó allá por el 89. "Estábamos en la
famosa hiperinflación. Hice 500, los primeros 250 se fueron en cuatro día, con
la otra mitad iba recuperar la inversión, que eran unos 2500 dólares, muchísima
plata. Hasta había vendido mi auto para eso", dice.
Pasó que
por diferentes cuestiones no estaba el material del arte de tapa y "de un día para el otro, todo aumentó un
400%, me quedé con esos 250 cassettes que están en casa, tirados".
"Ahora capaz que los reedito", tira, como quien no quiere la cosa.
Y hablando
de cassettes, la charla va para otro lado y dice que "ahora tenemos un problema, se nos rompió el grabador. A Daniel no le
gustá lo electrónico, pero le das un cassette grabado y saca los temas
perfectamente, no me preguntes como hace".
PARA LA GENTE
Así, la
trayectoria de Ajenjo se fue haciendo en bailes populares y en casi cualquier lado
donde los llamen para tocar, haciéndose de un nombre fuerte en la historia
musical de la zona. "Seguimos en los
bailes, este sábado por ejemplo nos vamos a López. Pero ahora el mercado se ha
desviado más a las fiestas privadas", señala Di Rado. Fueron tocando en
cualquier condición, recuerda Miguel que actuaron en "millones de lugares complicados, en el medio del campo principalmente.
Por ejemplo en medio de La Pastora, estás en el medio de la nada. Son
escenarios donde apenas entramos e igual nos acomodamos, he tocado abajo aunque
los otros se enojen".
"Siempre hicimos lo mismo, apuntamos a la misma
cosa, a tocar para la gente. No fuimos ambiciosos en otros aspectos. A mi me
hubiera gustado ir un poco más allá, grabar un disco, hacer otras cosas. La banda
siempre fue en algunas cosas parca. Entre nosotros nos llevamos muy bien, pero
cuando terminó el ensayo no se más donde están los otros, por eso hace 45 años
que estamos juntos. Nos encontramos a ensayar, a dirimir que canciones vamos a
hacer, pero después cada uno hace su vida", deja bien en claro el tecladista.
Hablando un
poco más de lo que hacen, aunque todo tandilense sabe de qué se trata, cuenta
que "nosotros somos un producto que la
gente ya conoce. Al menos los de nuestra edad, aunque ahora hay muchos que no
saben quienes somos. Capaz que nos han visto en algún Tandil Brilla, y se
sorprenden muchísimo cuando nos ven en alguna fiesta privada. Vamos haciendo
canciones que escucha la gente. Ahora se escucha mucho Ricky Martin o Maramá, y
nosotros tratamos de aggiornar esas cosas. La gente va diciéndonos lo que
quiere, aunque ahora no tenemos tanta juventud que marque lo que tenemos que
hacer".
Más allá de
ir acomodándose a los tiempos que corren, siguen sabiendo defenderse con lo
suyo. Como muestra dice que "hace poco
estuvimos en Sol Disco, contra lo que todos piensan no tocamos cumbia, hicimos
rock. El encargado del lugar dijo que es la primera vez que la gente se queda
escuchando. En Carlos Casares, hace como dos años fuimos a la Fiesta del Girasol
y en un momento había 25 mil personas bailando Xuxa. No lo podíamos creer".
PROFETAS EN SU TIERRA
Aunque en
cuestiones de ingresos económicos paga mejor tocar afuera, reconoce que en
Tandil sabe que los quieren muchísimo: "La
muestra fue para los 40 años, que hubo 6000 personas en la Plaza Independencia.
Fue muy significativo, nos quiere mucho la gente. Pasa que pasó una época,
ahora hay otras cosas, no estamos tanto en el mercado musical, para eso
tendríamos que estar tocando todos los fines de semana en los boliches, con los
instrumentos electrónicos para poder hacer reggaeton y esas cosas. Lo que siguen valorando de nosotros es lo que
hacemos suena parecido al original, aunque no tengamos los elementos. Ahí está
el genio de Daniel que hace los arreglos y cada uno pone lo suyo".
El 19 de
diciembre pasado, Ajenjo Show llegó a sus 45 años, pero por el momento, nos
deben el festejo. Di Rado confiesa que "no hicimos nada porque veníamos un poco
complicados con la salud de algunos integrantes. Pero yo querría hacer algo,
pero si no lo consensuamos entre todos no se hace nada. Por ejemplo hacer un
teatro, presentar la música que hacemos de los 80 pero agregando cosas, vientos
por ejemplo. Darnos el gusto de tocar como las bandas grandes".
Cerrando,
agradeció la nota en nombre de toda la banda y pidió específicamente algo: "quiero darle un saludo a la gente, nuestro
amor por la gente sigue siendo el mismo, estamos un poco más viejos y
cascarrabias, pero vamos a seguir tocando hasta donde se pueda".
OTRAS MÚSICAS Y PAPELITOS
La charla
con Miguel Di Rado obviamente se basó en Ajenjo y su historia dentro de la
banda, pero sin dudas él tiene muchas otras cosas interesantes para contar.
Por
ejemplo, recordó que tuvo otro proyecto musical: "En una época estuve formando una banda con Marcelo Foschino, Walter
Ríos y el querido "Maguila" Althabe, "Raght". Hacíamos música propia, una
mezcla de folk y country, rock en otro estilo. Cantaba un par de canciones
mías, hacía una cosa exótica".
Y si hay
algo que describe a Miguel y todos los amigos te comentan, es una costumbre que
tiene. Estando en algún bar, o donde pinte, se le ocurre escribir algo en una
servilleta, una pequeña poesía o algo así, con el objetivo de regalárselo a
alguien. Explica que "lo hago desde los
18 años. Me causa placer, es permitirme a mi mismo regalarle algo a alguien que
quizás conozca en el momento. Son cosas del momento. Actualmente lo sigo
haciendo, me hace sentir bien. Son de las cosas que disfruto, como el café con
mis amigos, un buen whisky o un buen vino".
"La música la disfruto, pero es una parte si y
otra no. Una parte la sufro. Sin desmerecer lo que le gusta a la gente porque
estamos para ellos, hacer Maramá me parece retrogrado, es volver 40 años atrás.
Agarrás cumbias de los Wawancó y son mucho mejores que las que tocan estos
chicos. La cumbia de antes era más musical, mucho más difícil de hacer. Ahora
hacen dos o tres tonos, te meten el cencerro y dale para adelante. A la gente
le imponen eso",
sentencia.
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