Opinión

Tensión por pensar distinto

29/12/2016

Son las 8 de la mañana. Salgo desde Flores. Mientras mucho están rumbeando para el sobre, yo estoy enfilando para los pagos de un municipio gobernado por un intendente que gusta mucho de usar poncho. Los miro desde un bondi venido a menos.

por
Francisco Sola

Con unos kilos de más pero mi cara intacta de haber dormido bien, me bajo en José C. Paz. Para los que no tuvieron la suerte de conocerlo es como una película del lejano oeste: Calles de tierra, perros que ladran y vecinos que van ganando las veredas con las horas.

Llego al encuentro con algunos compañeros, muchos de ellos vecinos de esta imagen tan distinta a mi querido Tandil. Por ahí escucho a algunos que gritan "¡Eze, venite con el ministro que le contamos a Rosa como está todo por acá", se hacen señas y leo los labios del referente de Cambiemos: "Rosa ¿como anda? ¿cómo ve el barrio?". Ezequiel Pazos se animó a darle batalla a uno de esos varones del conurba con sólo 30 años, el corajudo entiende bien de que se trata todo esto.

Al rato estábamos en la esquina con el ferretero. El mismo del grito secando la frente para bancar el calor de una mañana perfecta para militar. Los tres muy atentos. Estaban él, Ezequiel y el ministro Andrés Ibarra que en ese momento era uno más de nosotros. Jean y remera, atento a cada palabra del vecino. Yo miraba, relojeaba la jugada y respetaba los silencios. También hablaron con Jorgelina, una vecina que no esperó al timbre y se acercó al tumulto. Llevaba una garrafa en un chango como de las compras, pero adaptado. Nos dice que tan difícil como pagarla era llevarla, pero que la esperanza de que María Eugenia va a hacer llegar el gas a su manzana es impagable. Ella vivía ahí hace más años de los que yo tengo, y laburó siempre limpiando. Estos meses vió como la cosa iba mejorando en la provincia. Sabe que no es de un día para el otro. La crítica es más dura con Mauricio, pero la conclusión es la misma: A todos los cambios les lleva tiempo cambiar.

Jorge, un jubilado que conocía al peronismo desde sus orígenes, se sumó a la charla enojado con Gioja. Le dijo maleducado. Dijo que eso no era el peronismo, y que si la vida le da tiempo, en la próxima nos va a votar. Quiere llevar a los nietos a conocer miramar en la primera de Febrero, cuando cobre la reparación histórica del ANSES. Con su experiencia dejó atónitos a Ezequiel, a Andrés, y al vecino gritón que estaba al lado mío. Me pareció una persona brillante y le tuve que pedir una selfie. Jorge se peinó las canas y me dijo: Si no me sacas fachero sacá otra, que mis amigas de Facebook después me descansan.

La tensión de pensar distinto se había convertido en una charla de esquina, y las horas de viaje, el bondi, el lejano José C. Paz, ya no importaban. En ese momento todo hizo sentido. La grieta es para la gilada. La soberanía y la democracia están en una esquina, con la gente que sabe que estamos ahí. Sin sentirnos boludos por lo que diga Gioja, ni nadie. El hambre de un futuro mejor estaba ahí, con nosotros, en los que el sistema hambriento de poder había olvidado. Nosotros estábamos con ellos, construyendo algo nuevo, juntos.


Francisco Sola - Asesor Legilatura Porteña

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