CANNABIS MEDICINAL

Marihuana para estar mejor

17/11/2016

El uso medicinal del cannabis tiene cada vez más militantes, y Tandil no es la excepción. Una lucha que busca demoler los prejuicios y una manera de hacerlo es no esconderse. En Cannabis Medicinal Tandil llaman a hacerse cargo del cultivo.

 

 

Son las 7.30 de un martes y en el Golden hay solo cuatro mesas ocupadas. En una de ellas una pareja destaca por sus diferencias. Ana y Gustavo no tienen nada que ver. Ella tiene un hijo de la edad de su acompañante, melenita rubia, usa gafas y viste hippie chic. Él tiene un piercing en la ceja derecha, pelo corto, oscuro y crespo, viste de negro y el culto a la imagen personal no es lo suyo. De estratos distintos y con una brecha generacional en el medio, ¿qué podrían tener en común? La marihuana. Ese es su punto de encuentro. Él es un referente de la cultura cannábica local. Ella, el primer caso documentado en Tandil de consumo medicinal de aceite cannabis.

 

"Me cambió la vida" dice esta enferma de fibromialgia, una enfermedad que se caracteriza por padecimientos musculares crónicos acompañados de sensación de fatiga. Aunque se desconocen las causas que la originan, la Sociedad Española de Reumatología indica: Hoy en día se piensa que la fibromialgia se produce por una alteración de determinados neurotransmisores del sistema nervioso, más concretamente en las vías de modulación del dolor. El dolor generalizado que relata la mayoría de los pacientes se origina por una percepción anómala de los estímulos sensoriales. Los enfermos interpretan la presión, el calor, la vibración o cualquier otro estímulo como doloroso.

 

"Fui a muchos especialistas antes de saber lo que tenía. Clínicamente yo estaba perfecta, pero tenía ese dolor constante y terrible, particularmente en lumbares y piernas". Dice que se acostumbró a convivir con el sufrimiento y, de algún modo, cree que tuvo suerte porque "hay gente a la que le ataca la cabeza".

 

Finalmente la diagnosticaron y su médico -al que ya no visita- le dijo que la fibromialgia llevaba unos 20 años desarrollándose en su cuerpo. Con el diagnóstico vino la peor noticia: "Le pregunté al médico qué podía hacer y me dijo que me aguantara, que no se podía hacer otra cosa". Después de desahuciarla le recetó "lo que le dan a todos los fibromiálgicos, pregabalina y tramadol". La pregabalina es un fármaco antiepiléptico y analgésico usado en el dolor neuropático. El tramadol es un analgésico opioide que se prescribe para el dolor severo, pertenece a la categoría de la morfina. Por lo general, pregabalina y tramadol van juntos en casos de fibromialgia, pero son un matrimonio por conveniencia en el que los efectos nocivos son más evidentes que los beneficios. "Te produce trastorno de la personalidad; dos veces casi me atropella un auto. Me produjo estados confusionales; en el trabajo mis compañeras me tenían que ayudar porque me olvidaba cómo hacer las cosas que hice durante años con total naturalidad. Estoy en contacto con varios grupos de fibromialgia y la mayoría cuenta que esos medicamentos les causan los mismos efectos secundarios que a mí".

 

Hace un año su afección empeoró y el martirio alcanzó cotas inimaginables. "Además, estaba todo el día agotada, no tenía energía para más que un par de horas por día, llegó un momento en que no podía ni levantarme". Cree que su forma de ser ante la vida fue lo que la salvó de caer en un pozo de depresión. "Siempre tenía proyectos y obligaciones que cumplir", relata. Cree que eso la hacía salir de la cama a pesar de las limitaciones físicas que le imponía su tirana patología. Auqello de 'querer es poder' a veces es una frase vacía; había días que, sin importar cuánto empeño dedicara, Ana no conseguía levantarse de la cama. Quería, pero no podía. "No tenía fuerzas, era imposible".

 

Hace cuatro meses se jubiló. Explica que poco antes, todavía en actividad y sin haber descubierto el aceite de cannabis, la fuerza vital de su ciclo diario le alcanzaba para "levantarme, bañarme, ir a trabajar en remís y volver a casa a dormir otra vez". Y esa rutina comenzaba a las 6 de la mañana porque tomar un baño la agotaba tanto que luego debía acostarse para recuperar fuerzas e ir al trabajo. Pensaba que con la jubilación su condición física mejoraría, que tendría menos presiones y más tiempo libre. Pero el problema no era el trabajo.

 

GREEN DAY

 

La idea de fumar hierba cruzó por su cabeza; le llegó un comentario sobre personas con dolores profundos y constantes que la usaban como paliativo. Lo consultó con su médico, con cierto pudor. El profesional le respondió que los fibromiálgicos que fuman son los que, además, sufren depresión, pero como no era su caso abandonó la idea. Aunque no del todo. Más tarde, al reflexionar sobre el desarrollo de su patología razonó: "No sufro depresión, estoy angustiada, pero si esto sigue así me va a terminar pasando porque no puedo hacer nada para mejorar". Sus hijos la veían tan mal que pensaron valdría la pena probarlo como alternativa. Además, en la condición de Ana  ya no había nada que perder. No obstante, nadie quería ir a comprarle un porro a un dealer. Su hijo pensó que existirían alternativas sin entrar al submundo del narcotráfico. Y esa vía oblicua estaba en Facebook, a través de 'Tandil se planta', una agrupación en defensa de los consumidores y cultivadores de Cannabis.

En esa época Gustavo administraba el grupo, que no abordaba el costado medicinal sino la cultura cannábica en general, la legislación sobre consumo, técnicas botánicas e intercambio de semillas.

El primer encuentro fue en el local de Gustavo, que vende indumentaria y estampa remeras, pero también comercializa elementos para el consumo recreativo de marihuana como pipas, picadores, vaporizadores, papelillos y elementos para el cultivo. Es en definitiva, un referente en Tandil en ese tema. Después de comunicarse por Facebook Ana llegó al local y le contó en persona su problema, sus dolores, lo intolerable que se le hacía vivir.

 

-¿Cómo creés que yo te puedo ayudar? Inquirió Gustavo.

-Y no se... vendeme algo.

-No Ana. Yo no soy un narcotraficante.

 

El proceso de información y esclarecimiento del tema duró unos días. Gustavo le explicó que el consumo recreativo como el medicinal dentro del colectivo de plantadores de cannabis se da en el marco de autoproducción, para no alimentar el negocio del narcotráfico y -además- para tener control sobre la calidad de la marihuana que se consume. El resumen, si Ana quería utilizar cannabis para su fibromialgia debería ser en forma de aceite y no en forma de porro o vaporizado. Pero, igualmente, debería convertirse en cultivadora.

 

Poco después Gustavo organizó un taller junto a Cannabis Medicinal Bahía Blanca. "Ellos trajeron aceite y me dieron un primer frasquito para que yo pudiera utilizar mientras producía el mío propio, porque el proceso lleva un tiempo", explica Ana, quien hasta ese momento sabía poco, casi nada, sobre el aceite que se logra con los extractos de la planta y sus efectos sobre la salud.

 

A la semana de consumir el aceite notó una mejoría. "Empecé con tres gotas por día, ahora estoy con cinco", dice Ana; Gustavo completa: "Por lo general se toman entre tres y diez gotas por día, cada enfermo va buscando la dosis de acuerdo a su dolencia y al efecto que le produce el aceite, también hay que ir probando el horario de administración y cómo se reparte la dosis, es todo un proceso que cada uno va haciendo hasta que encuentra la forma que mejor le hace a su bienestar".

 

Ana empezó con tres gotas, hoy toma cinco en una sola dosis diaria. Así funciona para ella y su fibromialgia.

 

Esa experimentación de los usuarios también es producto de la falta de una legislación sobre el uso medicinal. "Si la tuviéramos, el Ministerio de Salud luego de experimentar lo suficiente nos diría qué dosis para cada enfermedad y cada paciente, cuántas veces por día, como hoy hacen los médicos con cualquier medicamento", apunta Gustavo, y dice que Ana "es el primer caso de uso medicinal en Tandil" y que es una persona importante porque se comprometió para ayudar a los demás.

 

La imagen puede ser determinante para la aceptación de la noción sobre el cannabis medicinal y su impacto positivo en ciertos enfermos, reconoce este cultor de la marihuana. "No es lo mismo que venga a decírtelo una señora como Ana a que te caiga yo, vestido de negro... vas a pensar que soy un drogadicto o un narco, la cara me vende, pero cuando viene ella, te cambia el paradigma, porque ella sigue siendo la señora que siempre fue pero que dejó de lado un prejuicio".

 

Gustavo consume cannabis en la forma más habitual. Fuma. "Yo lo considero medicinal además de recreativo porque a mí me hace bien, me hace sentir mejor". Su lógica plantea desafíos a quienes lo ven como un adicto cuando pregunta la diferencia entre alguien que se ve agobiado y decide fumar un porro en su casa, sin molestar a terceros, y aquel que se toma un Rivotril. "¿Cómo es, yo soy un drogadicto y el que toma Rivotril no?". Dice que "solo es una planta" pero no elude que el consumo puede traer consecuencias. "Si fumás mucho, a largo plazo podés tener pérdida de la memoria de corto plazo. También te puede dar cáncer de pulmón si fumás gran cantidad, por los gases de la combustión, pero muchísimo peor es el cigarrillo, eso sí que es veneno". Luego aclara que "el aceite no tiene esos efectos".

 

Para Gustavo es central demoler los prejuicios y una manera de hacerlo es no esconderse. "Nosotros hacemos las reuniones sobre cultivo y cannabis medicinal en la plaza, o pedimos el salón blanco, o vamos a un centro cultural y convocamos por eventos de Facebook, nunca nos escondemos porque no tenemos nada que ocultar. No vendemos marihuana. El que se suma a nuestro grupo cultiva, no somos narcos y no nos gusta que nos digan adictos, porque entonces díganle adictos a los que toman ansiolíticos, a los que fuman y a los que beben alcohol, hay que bajarle un cambio a la hipocresía."

 

En Cannabis Medicinal Tandil llaman a hacerse cargo del cultivo. Reparten unas etiquetas para que cada quien identifique las plantas con su nombre y apellido y aclare cuál es la enfermedad o dolencia de base por la cual consume aceite de cannabis.

CULTIVAR DE CARA AL SOL

En Alsina al 1200 funciona el centro cultural La compañía. Son las cinco de la tarde del domingo, cierre de un fin de semana que cortó el frío de la primavera con temperaturas que rondaron los 30 grados. En la entrada se anuncia "Charla informativa sobre cannabis medicinal. Nos acompaña Cannabis Medicinal Bahía Blanca. Cultivo medicinal. Extracciones. Información legal. Informes e inscripción por mensaje privado. Bono contribución $50 (no excluyente)". No hay nadie adentro la casona reciclada, la puerta principal está abierta y el portón lateral no tiene llave. Del patio llegan voces.

Poco más de medio centenar de personas escucha con atención los consejos sobre cultivo de cannabis de los expertos de Bahía Blanca convocados para este taller. Hay gente de pie, otros en sillas y algunos en el pasto. Un perro negro intenta atrapar una abeja. Los expositores hablan con la solvencia de un ingeniero agrónomo, dando detalles sobre solventes, tiempos de maceración, creación y conservación del aceite, semillas, flores... Nadie duda de que tienen un conocimiento profundo. Responden preguntas. La mitad de las personas en este patio al sol son jóvenes. Parecen más interesados en cultivar para uso recreativo. La otra mitad son adultos, muchos de ellos más allá de los 50 años. Hay rostros surcados por ese dolor tan presente como profundo al que muchos se acostumbran porque no encuentran remedio; un dolor que llevan a cuestas y que no se puede disimular.

Los muchachos de Bahía Blanca responden preguntas. Hay personas tomando fotos y filmando para luego subir esas imágenes a sus redes sociales y a las fan pages de Cannabis Medicinal Tandil y Cannabis Medicinal Bahía Blanca. Nadie se esconde.

El sol que bendijo el fin de semana le deja paso a los nubarrones de un invierno que no entiende que hace un mes y medio es primavera. Ahora el taller se divide en dos partes; por un lado los consejos prácticos sobre cultivo a partir de la semilla y por el otro, la provisión de aceite a quienes lo requieran. Prácticamente la mitad -los mayores- forman una fila y van pasando de a uno al interior del centro cultural. En el patio ya se levantó viento fuerte pero el taller continúa, ahora en una ronda más chica.

MADRES QUE CULTIVAN

Mamá cultiva es un movimiento que se extiende por todo el país. Son familias con hijos enfermos, generalmente por algún tipo de epilepsia, trastornos del espectro autista y otros problemas neurológicos. El mes pasado estas madres fueron el punto más alto de un encuentro en Olavarría. Allí, el Diario de Tandil dialogó con un profesor de la Facultad de Medicina de la Unicen, quien pidió reservar su nombre porque "todavía hay mucho prejuicio, aún en el ambiente académico". Rendido ante la evidencia acumulada sobre la mejoría que tienen estos niños al consumir aceite de cannabis, se lamentó porque "los padres tienen que ir haciendo pruebas de ensayo y error y el Estado no puede ayudarlos porque el cannabis es ilegal, hoy en la universidad tenemos todos los medios para analizar una flor de cannabis, procesar sus componente y empezar a entender mejor como funciona, para que en un futuro los pacientes no tuvieran que andar experimentando con ellos mismos o con sus hijos, pero si yo metiera una flor en el laboratorio de la facultad para trabajar sobre ella tendría problemas graves para mi carrera. Eso tiene que cambiar, no se puede seguir negando la evidencia".

Bárbara nació en Mar del Plata en febrero de 2015, cuenta Laura. "El embarazo fue normal, no hubo ningún síntoma de nada. Nació por cesárea programada y pesó dos kilos 440 gramos", le cuenta la madre a este semanario. Los primeros cinco meses de Barbie -de cabellos y ojos claros y apellido de raíz germana- fueron normales, hasta que "empezó con dolores de panza".

Convencidos de que estaban anteun dolor habitual en los bebés le dieron termofren (paracetamol). "Hasta que un día tuvo una convulsión, quedó toda acurrucada y empezó a ponerse morada. La llevé de urgencia a la clínica. Cuando llegué ya había terminado la convulsión. Te aclaro que en ese entonces yo no sabía que eran convulsiones". Al entrar la bebé sin ningún síntoma, en la guardia la enviaron nuevamente a su casa.

Pero los padres se quedaron intranquilos y pidieron turno para que le hicieran un chequeo exhaustivo. "Estando en la clínica sufrió otra convulsión y quedó internada". El resultado de los estudios fue desalentador: Barbarita padece lisencefalia, que literalmente significa cerebro liso. Es un trastorno poco común de la formación del cerebro caracterizado por microcefalia y agiria, que es una ausencia de las circunvoluciones o gyrus normales del cerebro. Y también le diagnosticaron Síndrome de West, una epilepsia dependiente de la edadque, entre otras cosas, viene acompañada de convulsiones.

"Empezaron a medicarla con vigabatrina y estuvo internada diez días, pero las convulsiones seguían. Llegó a tener 17convulsiones por día pero muy largas", recuerda la madre y se nota que ver a su hijita convulsionando sin poder hacer nada le dejó un surco profundo en el alma. En octubre de 2015 le agregaron a la medicación ácido valproico. Pero aún con toda la medicina las convulsiones seguían y Barbie dormía todo el día: "Era una muñeca. Ni lloraba. No reía. No se movía". Los médicos intentaron mejorar su condición recurriendo al vademécum; agregaron clobazam (una benzodiacepina) a principios de 2016.

"Y ahí me enteré del aceite de cannabis. Fui a la agrupación de cannabicultores de Mar del Plata y me explicaron bien, y así obtuve el aceite con CBD y aceite de coco". El CBD o cannabidiol es un cannabinoide que se encuentra en el cannabis y es el principal componente de la planta. El tratamiento de   empezó a principios de 2016 y "empezó a mejorar día a día porque las convulsiones empezaron a bajar". Claro que el aceite de cannabis tampoco consigue milagros. "Seguía durmiendo mucho y descubrimos que tenía problemas de deglución. Le pusieron una sonda naso gástrica".

Aún así, la condición de Barbie tuvo una evidente mejoría."Nosotros no podríamos decir que el aceite nos cambió la vida, pero la calidad de vida de mi hija mejoró un 70 por ciento. En todo. Y los doctores de Barbie saben que toma el aceite. Hasta estando en terapia en el Hospital Marterno Infantil se lo hemos dado con mi marido. Nunca dejamos de dárselo y creo que no dejaríamos porque somos testigos de lo bien que le hace".

La mamá de Barbarita es parte de un grupo de madres quecultiva cannabis y fabrica su propio aceite. "Sabemos lo que le estamos dando a nuestros hijos y todas notamos una mejoría en la calidad de vida". Pero reconoce que viven con el miedo a lo que dirá la sociedad o a que "caiga la policía y se lleve nuestras plantas".

Patricia está sentada junto a Laura en una silla de estructura metálica con asiento y respaldo blanco de aglomerado. "Somos un grupo de mamás que nos acercamos a la agrupación Marplatense de Cannabicultores por las patologías de nuestros hijos. Epilepsia refractaria, autismo, parálisis cerebral, en fin un poco de todo", arranca su exposición. Luego cuenta su experiencia: "Los chicos de la agrupación ya venían trabajando con el medicinal, en mayo los visité y desde ahí nunca más me fui". Patricia se acercó en busca de aceite para su hijo y en busca de información. Seis meses después ya son 20 las madres que cultivan, procesan su aceite y tratan las dolencias de sus niños. "Trabajamos bajo el ala de Mamá Cultiva Argentina y contamos con todo el apoyo de la agrupación, ellos trabajan a la par nuestra y cada mamá cultiva en casa porque entendemos que es el único camino para que nuestros hijos mejoren su calidad de vida".

¿Por qué cultivan? Porque cada niño es un mundo... su organismo es único, se necesitan varias cepas para probar porque no todos necesitan aceite alto en CBD, también necesitan THC (tetrahidrocannabinol). Y aquí reside la explicación de por qué no es una buena alternativa el proyecto de permitir la importación de EE.UU. del Aceite de Charlotte, que sólo tiene CBD. "Ese aceite no a todos los niños le hace bien y es sólo para epilepsia, cuando hay muchas más patologías. Nosotras somos testigos presentes que el cannabis mejora la vida de nuestros hijos y la de la familia, por eso elegimos y seguimos por este camino", indica Patricia.

Su hijo se llama Mateo, tiene 14 años y su némesis es una parálisis cerebral combinada con epilepsia. Pero desde que le administran el aceite, hace seis meses, "ha mejorado mucho sus crisis, y no solo eso, está más atento, duerme mejor, está más participativo, es otro nene con otra vida, por eso sigo en esta lucha y quiero que otros niños que sufren puedan mejorar, hay que derribar miedos y prejuicios y ponerse en el lugar del otro antes de juzgar".

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