Está contento, se siente realizado. Se nos ocurren muchos calificativos y es lindo contarles a nuestros lectores que a un vecino laburante le va bien.

Marcelito López la peleó de abajo. Llegó de Ituzaingó, Corrientes, con solo 16 años. "Vine de paseo y me quedé toda la vida. Me han tratado muy bien en esta ciudad, estoy muy agradecido", dijo sinceramente.

En el litoral ayudaba mucho a su padre en el campo. De chico le gustaron los fierros y siempre había una maquinaria agrícola para meter mano.

Un tío le había contado de Tandil. Éste hizo el Servicio Militar en la Primera Brigada Blindada y le habló maravillas de nuestra ciudad. Marcelito tomó coraje y emprendió un viaje que todavía continúa su curso.

"Acá me hice de amigos enseguida. Vivía en una casa que estaba cerca de la Iglesia de San Cayetano. Jugábamos al futbol, la pasábamos bien.  Cuando se acercaba la fecha para volverme a Corrientes, prometí que si conseguía trabajo me quedaba en Tandil", el desenlace ya se lo imaginan. López consiguió trabajo en la panadería ubicada en Belgrano y Além.

Sabía que debía hacer un esfuerzo. No le importó trabajar de albañil, cortar pasto: "A mí no se me caen los anillos por trabajar. Me gusta la mecánica, pero tuve que hacer de todo y no me quejo", esgrimió con seguridad.

De a poco se fue acercando a un campo de acción. Trabajo un tiempo en un taller donde hacían cajas de camiones y finalmente "se metió a la fosa" en el taller de Cortese, ubicado en calle Mitre.

Fueron más de 4 años en ese empleo, hasta que llegó un ofrecimiento de Perovich que no pudo desestimar. Allí estuvo más de 20 años y aprendió mucho de lo que sabe. "Estoy muy agradecido con la gente que me dio la oportunidad de trabajar, pero quería probar un camino propio. Tener el apoyo de mi familia fue fundamental", agregó.

En todo este camino de aprendizaje y experiencia, López se fue armando un taller en la casa. Cuando salía del trabajo la seguía en la casa. Casi que no había descanso y trabajaba de sol a sol.  Su esfuerzo le trajo recompensas. Pudo llegar a la casa propia y formó una hermosa familia.

 Marcelito fue paciente. Trabajó a destajo, ganó mucha experiencia engrasado hasta la frente y esperó el momento oportuno para dar el salto. "Se me iba a dar, lo estaba esperando. Hace unos meses apareció este negocio de un taller que se cerraba y aproveché la volada. Es más fácil empezar con el circo montado y encima quedaba con parte de la clientela. Traje mis cosas de casa y así empecé".

Después de los primeros meses como dueño se siente muy conforme. El taller tiene mucho trabajo y los clientes están muy satisfechos. "No vendo soluciones mágicas, pero todos los que vienen al taller deben confiar en mi trabajo. La gente puede estar segura que soy un tipo honesto, no los voy a joder ni les voy a decir una cosa por otra. El trato de confianza es fundamental en el taller", comentó.

 En "El Correntino" te solucionan todos tus problemas de mecánica. Tren delantero, frenos, motor. Hay muy buena voluntad y contrastada experiencia. Para consultas o turnos pueden comunicarse al 154-638530 o al 443-7624.

Paciencia y honestidad, dos valores que vale tener en cuenta.