Opinión
08/09/2016
Mauricio Macri es el presidente que mejor comunica en el continente. Esto no es una frase que nace en el seno del imperio juvenil del escritor de esta nota, solo es producto del análisis riguroso con encuestas de datos cuantitativos y cualitativos de diferentes consultores políticos -serios- que abundan en nuestra nación fragmentada llamada Latinoamérica.
por
Francisco Sola
Hoy en día Mauricio Macri tiene mayores índices de imagen
que el porcentaje de votos que sacó en la segunda vuelta presidencial. Pero a
pesar de esto muchos creen que el gobierno comunica mal sus decisiones o por lo
menos creen que hubieran tenido mejor impacto si hubieran hecho las cosas de
otra manera.
Existe un sector de la sociedad que es ilustrado y tiene una
visión burguesa y elitista, consumen las noticias políticas a través de los
tradicionales medios de recepción de información. Ellos piensan a la sociedad
como un todo homogéneo con similares intereses, gustos, códigos y vivencias.
Por supuesto creen en las divergencias naturales propias de las clases
sociales, no obstante creen en la tiranía del sentido común de su realidad y
por lo tanto naturalizan e igualan una condición meramente subjetiva: la
recepción del mensaje.
Anclados en un mundo que murió, está minoría se siente sapo
de otro pozo al ver los Snapchat, las selfies o los escenarios 360°. Un sector
reducido fomenta las marchas y llenar plazas, en cambio para un sector más
moderado no son tan necesarias las movilizaciones partidarias aunque creen que
el gobierno utilizó frases desafortunadas que motivaron críticas de la nueva
oposición y que, si hubieran utilizado otras formas de comunicación no le
darían pie a nadie para criticarlos. En otras palabras les parece bien las
medidas adoptadas pero critican los estilos de comunicación utilizados,
insinuando falta de "cintura política".
El punto central de la exitosa estrategia de comunicación de
Cambiemos es entender que no todo gira en relación a lo que piensa uno. La
sociedad es heterogénea, es una multiplicidad de factores que confluyen en un
todo, generar políticas comunicacionales -y también de gestión- generales para
toda la sociedad y no segmentadas es un acto kamikaze. Pretender comunicar las
acciones de gobierno bajo una premisa que solo un sector minoritario politizado
le interese es una acción de persona poco prudente. S
Una conjunción de factores entre los que se destaca la
irrupción de internet como también el fin de las ideologías duras con la caída
de la URSS y la irrupción de la libertad
como mercancía preciada en el libre mercado-entre otras tantas que no tiene
sentido enumerarlas y explayarlas en este artículo- explican los cambios que
hemos experimentado en los último veinte años . En este mundo nuevo cambió
todo, el concepto de género, de familia, estilos musicales, de artes y de cómo
hacer el amor. El tiempo es fugaz, donde todo dura un suspiro pero dentro de
cada suspiro se encuentran contenidos un sin fin de información que necesita
ser descodificada, pero a pesar de esto todavía hay muchos que creen que la
política sigue involuta, inmutable al pasar del tiempo.
Todas las clases sociales estratificadas artificialmente por
su patrimonio tienen cientos de subgéneros con diferentes códigos e
identidades. En ellas el fútbol, la familia, el sexo, Tinelli, las mascotas,
hobbies o salir con los amigos a la noche entre otras son las temáticas que
ocupan mayormente el día a día y la preocupación cotidiana. La política en la
gran mayoría de la sociedad no es prioridad y lograr transmitir efectivamente
un acto de gobierno en este contexto supone inventar nuevas formas de
comunicación. Hoy en día nadie en su sano juicio con toda la oferta de ocio
disponible iría voluntariamente a una movilización política a pasar el rato.
A raíz de esta realidad, el respeto solemne por los gustos personales de toda la sociedad hace que el gobierno evite generar largos y aburridos discursos que solo verían los militantes. El respetar los gustos del prójimo es el acto más sabio para lograr buenos canales de entendimiento entre el gobernante y la sociedad. Hoy en día como dije al principio, Mauricio Macri tiene mejores índices de imagen que puntos que sacó en la segunda vuelta a pesar de los ajustes en materia de servicios e inflación creciente. En el mundo no existe gobernante que no se haya desplomado su popularidad por haber tocado el bolsillo de sus gobernados. Sin embargo en Argentina a pesar de tener una situación económica complicada, la mayoría de la sociedad cree que el futuro será positivo para su devenir personal y le atribuyen sus males a la gestión anterior. Pero a pesar de estos logros tremendos de comunicación, todavía hay minorías que creen que el gobierno debió utilizar otras técnicas para lograr transmitir sus argumentos. Es menester entender que no se puede quedar bien con Dios y con el diablo. Nunca se puede mantener contento a todas las partes, pero permítanme hacer un comentario subjetivo: Prefiero comunicarme bien con el 85% de la sociedad y no con un 15% minoritario. Esto solo se da si empezamos a respetar al que piensa distinto.
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