Por eso, luego de tanto dolor, de tanta incertidumbre con su futuro profesional, de ver el retiro muy de cerca, volvió a brillar en Río de Janeiro, tras sólo seis meses de haber regresado al circuito después de casi dos años para el olvido. En suelo brasileño se dio un gusto enorme, el de vencer al serbio Novak Djokovic, Nº1 del ranking mundial, líder indiscutido, en un debut que parecía iba a depararle al argentino la vuelta a casa, y reconfirmó su status de figura al superar al español Rafael Nadal (5º) en semifinales. Sólo el escocés Andy Murray (2º) logró frenar su marcha en la final.

Así, con energías renovadas, con la certeza de que está otra vez en la pelea, aterriza Del Potro en el Abierto de Estados Unidos, ese certamen que lo vio coronarse cuando aún tenía 20 años. Ahora, a menos de un mes de cumplir 28, La Torre de Tandil llega con el potencial conocido pero con una realidad distinta a la de otros momentos, porque dejó en claro en los Juegos Olímpicos que su nivel es de Top 10, e inclusive de un Top 5. Allí debiera estar ubicado, de no haber sido por las reiteradas operaciones de muñeca.

Con una invitación de la organización, el argentino arriba a Nueva York sabiendo que, como le pasó en Río, puede medirse con una figura en las primeras rondas, ya que su clasificación (142º) es totalmente ficticia, ya que tiene jerarquía de sobra, y sin dudas su posición en el ranking ATP se debe pura y exclusivamente a lo poco que jugó en los últimos tiempos. Por eso, al no estar preclasificado, el sorteo le puede deparar una mala noticia. En realidad, esa mala noticia también sería para su eventual rival, como se dio con Djokovic en la cita olímpica. La mayoría pensó que no había sido beneficiado el argentino, cuando finalmente, por su extraordinaria actuación, el que lo sufrió en carne propia fue nada menos que el serbio.

Otra vez, la superficie es su predilecta, la cancha dura, donde obtuvo la mayor parte de sus grandes alegrías. "Confiaba en que algún día habría un poco de luz al final del túnel. Y con esa esperanza salí adelante", contó Del Potro tras su inolvidable paso por Río, que le valió la medalla de plata, siendo el único tenista argentino en ganar dos preseas olímpicas. Ahora el reto es tratar de mantener la presencia, el nivel y la concentración para hacerles frente a los mejores con el plus de hacerlo en choques al mejor de cinco sets, con lo que eso implica para su físico.

En el Grand Slam anterior, en Wimbledon, ya había avisado Del Potro al vencer al suizo Stan Wawrinka (figuraba 5º) y ratificó eso manteniéndose muy firme en todos los aspectos durante una semana entera. Eso no lo conseguía desde hacía dos años y medio, desde su anterior final, en Sídney 2014. Pero esto fue superior, por los rivales y muchas otras emociones en juego. Sus armas las conocen sus adversarios, los que padecen la potencia de su derecha y un saque que, cuando lo conecta de manera regular, es de temer. El ítem a mejorar, sin dudas, es poder soltar más el revés de dos manos, ya sin dolores, para impactarlo de manera agresiva y ya no sólo con slice, lo que le permite sentirse como él realmente quiere y además no dejar ese lado como punto débil, para ser aprovechado por el rival de turno.

"No es fácil saber cómo voy a seguir después de Río, porque superó mis expectativas y las de toda la gente que sabe mucho de tenis. Pero después de jugar en un nivel altísimo, lo que más tranquilo me deja es que, estando en buenas condiciones físicas, me puedo parar en una cancha para hacerles frente a los mejores del mundo, como lo hice antes". Así de simple y de claro se expresó Del Potro. Así es como recuperó el respeto y hoy ya es sinónimo de peligro para cualquiera que se le ponga adelante. Ahora es tiempo de volver a hacerse fuerte en Nueva York, con los mejores recuerdos a flor de piel.

ESPN