TEXTUAL
26/07/2016
En el centro del despacho del intendente municipal, Miguel Lunghi y Matías Rueda se fundieron en un sincero abrazo. Dos minutos después, el jefe comunal le deslizó un consejo de naturaleza biográfica para seguir adelante.
"En la vida se gana y
se pierde", le dijo Lunghi mirándolo a los ojos. Rueda apenas podía
levantar la cabeza. Entonces escuchó de boca del intendente una suerte de
confesión de sus memorias políticas: "Yo
en el 95 perdí, salí tercero y acá me tenés. Insistí y pude ganar. Vamos para
adelante, Matías", le dijo antes de entregarle la plaqueta que el Municipio
le había preparado.
Franqueaban a Lunghi buena parte de su gabinete. Del otro
lado de la línea de fotógrafos había amigos, conocidos y familiares del
boxeador. Uno de los hombres que más sabe de boxeo en Tandil, Alfredo
Cicopiedi, también se acercó para darle su abrazo. Charlando informalmente con
la prensa, Cicopiedi tuvo severas críticas para el armado del rincón que acompañó
a Rueda en Las Vegas. Fustigó la presencia de un periodista y que el rincón no
tuviera un curaheridas. "El mexicano
tenía al mejor curaheridas del mundo y encima La Cobrita tuvo un técnico que
le hablaba de usted en el minuto de descanso, que lo trataba como un caballero. A un boxeador hay que gritarle, apretarle las orejas, hay que retarlo para que
salga de los nervios y hacerlo reaccionar. La Cobrita entró atado a pelear y
el segundo está para eso. Me acuerdo cuando el Coco Fiori peleó contra DElía
por el título argentino de los pesados acá en Tandil. Salió con miedo, recibió
un bife y cuando llegó al rincón el técnico le dijo !Poné las pelotas, milico
cagón!.¿te creés que estás golpeando a un preso en la comisaría?", recordó
Cicopiedi de aquella memorable pelea disputada en el Club Santamarina en que el ex policía Fiori y D'Elía empataron porque un capitalista de juego local le votó empate la tarjeta definitiva.
También otras voces sindicaron al único "ganador" del
pelotón de la derrota que volvió de Las Vegas: Mergossian, el manager de Rueda.
Parece que la gran tajada de la bolsa del tandilense se la quedó el hombre que
le armó la pelea imposible.
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