Opinión
12/07/2016
Con dos más esta semana, queda claro que gran parte del pueblo tandilense ha optado levantarse ante lo que se considere una injusticia. La gente se junta y lo pone en evidencia. Hemos aprendido a no quedarnos callados.
por
Brando Bruni
Es notable
en el último tiempo la cantidad de marchas que hay en la ciudad, se recuperó
como más simple y llano para mostrar lo que se considere una injusticia. Para
ejemplo, basta con ver como viene la agenda esta misma semana, cuando el jueves
se convoca por los tarifazos y el viernes pidiendo justicia por M, vos reclamos
que se repiten.
La marcha,
en cualquiera de sus formas (con cacerolas, frazadas, silenciosas, etcétera) se
está transformando en un símbolo de la época y Tandil no escapa a esto.
Por supuesto,
la gran cantidad de convocatorias, marca una realidad bastante oscura, dándole
visibilidad a varios de los problemas que nos aquejan. Pero como todo, hay un
lado positivo, en este caso tiene que ver con una ciudad que se está
despertando y no se queda callada. Un gran número de personas que va en contra
de lo que se supone "un pueblo tranquilo" y se levanta.
Es cierto
que las convocatorias más masivas tienen que ver justamente con problemáticas
que nos afectan de alguna manera a todos. La más grande viene siendo
#NiUnaMenos, contra la violencia de género, que sin tener el apoyo mediático a
nivel nacional que tuvo su primer edición, logró de igual manera juntar más de
tres mil almas en junio. Poco después, la Marcha de las Frazadas, desnudó la
molestia con los tarifazos en la luz y el gas, y unas mil almas salieron a
cuidar su bolsillo.
Estas se
suman a movidas inéditas por estos pagos, como fueron la Marcha por la
Diversidad, la libertad de prensa y la contra el maltrato animal.
También es
verdad que cuando se trata de pedidos específicos de justicia, como están
siendo por estos días el M (la nena presuntamente abusada en una fiesta) o el
pequeño Lisandro (donde se denuncia mala praxis), los números son otros y más
bien austeros. Pero de todos modos, tienen su repercusión en los medios, que no
es poca cosa.
Si este
tipo de eventos sirve o no para solucionar cuestiones de fondo, es tema de
larga discusión, lo fundamental es que exista y que se hable de todos estos
reclamos.
Y en
definitiva, lo importante es que hemos aprendido a no quedarnos callados.
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