ACTO

Illia fue recordado en una noche de tristeza, melancolía y existencialismo

28/06/2016

Anoche se realizó la ceremonia que conmemoró el 125º aniversario del nacimiento de la UCR y los cincuenta años del golpe contra Arturo Illia. Un halo de nostalgia y pesadumbre pobló la atmósfera del acto cuando se anunció el fallecimiento del abogado radical Osvaldo Gutiérrez.

Algunos se fueron enterando al momento de llegar al comité de calle Mitre y otros cuando la locutora María Inés Mazza comunicó la noticia: hacía minutos acababa de morir un radical histórico, concejal en la década del 80, personaje memorable del Tandil de los años felices, uno de los pocos abogados que presentó recursos de hábeas corpus contra tandilenses detenidos por la dictadura militar y padre de la actual edil Carolina Gutiérrez. Una exhalación de lamento unánime partió de la concurrencia; difícilmente un acto que centralmente conmemoraba la memoria de un presidente destituido por un golpe militar que siguió a la dictadura de Onganía iba a modificar el clima entre los presentes con la mala nueva que dio comienzo a la ceremonia. De allí que sobre el final la marcha radical sonó más apagada que nunca. Antes fue el tiempo de la proyección de dos videos, del discurso del presidente del partido, Matías Civale, quien hizo hincapié en mirar la historia pero también el futuro, y de los reconocimientos a correligionarios con historia.

El partido que fundó un hombre que habría de suicidarse y que a lo largo de más de un siglo de existencia política le tocó experimentar las extremas peripecias de la vida -la derrota, el triunfo, las culpas, la tragedia-, se dio a sí mismo un acto donde pasó de la tristeza a la melancolía, y que luego habría de derivar hacia el existencialismo cuando el intendente Miguel Lunghi lanzó un interrogante de naturaleza metafísica: "¿Qué nos pasa, radicales?", se preguntó dos veces durante su discurso. Era una indagación retórica que expresaba orgullo por la matriz del personaje homenajeado -el austero Arturo Illia- y angustia e impotencia frente al destino trunco de un gobierno que al momento de su derrocamiento había demostrado políticas progresistas "con un 4% de inflación anual", remarcó Lunghi.

También el jefe comunal trazó la analogía inevitable con su padre, José Emilio Lunghi, depuesto al unísono de Illia, recordando que "en  mil días de gobierno hizo mil casas". El intendente contó algunas anécdotas de Illia, el encuentro personal que mantuvo con él luego del golpe, subrayó la honradez y el carácter excepcional de un político "que no aceptó la pensión de presidente porque ser presidente había sido un honor para él" y cerró sus palabras leyendo lo que fue el testamento político de Illia al momento en que los militares lo echaron de la Casa Rosada. El aire del comité radical pareció petrificarse frente al despojado legado del médico radical: su casa y su consultorio cerrado, tres trajes grises; un traje negro; dos sacos sport; tres camperas; cuatro pulóveres; ocho camisas de vestir; cuatro camisas de manga corta; diez pares de medias; tres pares de zapatos negros; un par de chinelas; una salida de baño; ocho juegos de ropa interior; diez corbatas; tres pijamas; un par de anteojos negros y un portafolio. No tenía auto: lo había tenido que vender", dijo Lunghi.

Volviendo a la realidad, Lunghi recordó que la Unión Cívica Radical formaba parte del espacio Cambiemos, pero que de ninguna manera iba a perder la doctrina, las ideas y la identidad partidaria. La alianza parlamentaria con el Pro, que el pediatra nunca terminó de digerir del todo, lo llevó como cierre del discurso a parafrasear un slogan que parece haber sido hecho a medida de la coyuntura: "Ser radical no es fácil, pero vale la pena serlo", dijo, cincuenta años después del golpe contra el radical que pasó de ser calificado de tortuga a la categoría de prócer.

Quizá lo mejor de la noche haya sido la anécdota de familia que contó en uno de los videos el cantante Jairo. De cuando en Cruz del Eje un médico radical en piyama y sobretodo se cruzó el pueblo en bicicleta, a las tres de la mañana, para salvar la vida de la hija de un trabajador ferroviario, que era el padre del artista. La pregunta existencial de Lunghi dirigida a los radicales también debería extenderse a buena parte de los argentinos.

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