Sociedad

Padre nuestro

07/04/2016

Fernando Lede Mendoza continúa la hermosa tradición de curas comprometidos que tuvo y tiene nuestra ciudad.

(Por Mauro Carlucho - Fotos: Nicolás Procopio)

Desde Julio. M. Chienno, pasando por Mons. Luis J. Actis y el querido Raúl Troncoso, por citar algunos, nuestra ciudad estuvo signada por la presencia de párrocos activos y con fuerte presencia en la sociedad.

El historiador Daniel Perez cuenta en su blog Historicus que “en el origen de nuestra ciudad, cuando se levantó el Fuerte de la Independencia, dentro del mismo se construyó una pequeña capilla u oratorio castrense”. La historia de Tandil está acompañada de la fe católica.

Fernando recién inicia su camino como párroco (se ordenó sacerdote en 2013), pero en este corto lapso ya dejó ver una línea que, sin ser igual a los antes mencionados, llega e interpela de manera especial a nuestra comunidad.

Los primeros años

Nació en Bolívar hace 30 años, donde todavía viven sus padres, jubilados, de clase media trabajadora. Él bancario, ella ama de casa. En el pueblo se recuerda con especial afecto el día que Fernando se ordenó como sacerdote en la parroquia San Carlos Borromeo. Sus padres y hermanos lo observaban en primera fila. Cuando la ceremonia llegó a su fin, el abrazo fue interminable.

En ese instante sus padres comprendieron la trascendencia que tendría su hijo en este tiempo que vivimos. Sus progenitores acudían de vez a cuando a misa, pero su abuela era una de las infaltables. Ahí puede estar una clave en su posterior desarrollo como religioso.

“Mi relación con la iglesia tiene un punto de encuentro con mi actividad como boy scout. Empezamos a visitar parroquias como misioneros y ayudábamos en lo que se podía. Estábamos en el 2001, con una crisis terrible en el país. Íbamos a los comedores, los fines de semana estábamos en los barrios. Me atrapó esto de ayudar al otro, al prójimo. Ese creo que fue uno de los determinantes para mi futuro”, relata.

Para esa época cursaba el secundario y meditaba comenzar la carrera de pintura y artes plásticas. Cuando terminó el colegio ya tenía claro su destino. “Estuve 9 años en el seminario, uno de los cuales estuve en Tandil, cuando me ordenan como diácono me destinan de vuelta para acá y fue una felicidad. Ya conocía el territorio, a la gente, tenía muchos amigos. No fue un trauma”, recuerda de su llegada a las sierras.

Sus primeros pasos los dio en la parroquia San Antonio de Padua, en el Hogar de Varones. Fue amor a primera vista. “No solo es hermoso el entorno y la belleza de la ciudad, sino que también me enamoré de su gente. Hay una magia particular en este sitio. Nunca encontré esa barrera de la que tanto hablan ustedes. Quizás por mi lugar de sacerdote, pero lo cierto es que encontré una comunidad muy predispuesta”.

Marcos y Raúl

A su vuelta el destino estuvo en la Parroquia del Santísimo Sacramento, donde se reencontró con dos grandes amigos de su paso anterior: los padres Marcos y Raúl.

Su aspecto desalineado, con pelo largo y barba, marca un punto de atención en su persona. Pero luego el sacerdote sostiene ese interés con un lenguaje simple, cercano, que invita a escuchar y meditar.

Esta larga historia de la fe católica en las sierras no pasa desapercibida en su visión de Tandil: “es llamativo el interés que tiene nuestra comunidad por las cuestiones religiosas. Esto lo digo más allá de tener una fecha tan fuerte como la Semana Santa y la presencia de tantos espacios religiosos. Creo que se nota el trabajo de tantos padres comprometidos que pasaron por Tandil. Ahora mismo hay que destacar la labor que vienen desarrollando Raúl y Marcos. Su labor social es muy importante. Tienen una amplia llegada a la comunidad. La ciudad viene con una tradición fuerte, es verdad, pero hay una transformación desde la parroquia que es innegable. Los sacerdotes no estamos solo para dar misa. Hay mucho trabajo en el territorio. Tenemos una iglesia muy grande, con mucha gente comprometida”.

“No voy a pecar exagerado si digo que no se pueden explicar los últimos 20 años de Tandil sin hablar de la figura y la obra de Raúl Troncoso. Uno no puede dejar de identificarse en su trayectoria, de tomarlo como modelo. Pero obviamente que cada uno tiene sus matices y particularidades”, agregó.

Fernando cumple funciones en la parroquia central, pero también acompaña a las comunidades de Gardey, San José Obrero, Ntra. Sra. de Guadalupe. Es capellán en el colegio San José, en el jardín Santa Cecilia. “Pero como te decía antes, la misa es lo que menos tiempo nos lleva. Visitamos instituciones, organizaciones sociales. No hay tiempo para aburrirse. Mi agenda es andar por todos lados organizadamente. Todo lo que hago esta en ese marco. Disfruto participar de espacios diferentes, con gente que por ahí se siente alejada de la parroquia. Siento que me nutre, y hablo inclusive de personas que guardan muchos prejuicios con nuestra iglesia”.

Tandil lleva tiempo en esta sintonía, “acá están acostumbrados a esta función de los párrocos vinculados con los distintos espacios de la sociedad. Para nada me veo como un vanguardista, sino que me subí a un tren que venía en marcha desde hace tiempo. La verdad que disfruto de hacerlo, pero no es algo que haya comenzado conmigo”.

Francisco y un nuevo mensaje

Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido como el nuevo Santo Pontífice, hubo un cambio en la relación de la comunidad con la Iglesia Católica. No hablamos solo de Argentina, en donde el impacto es todavía más profundo. Francisco tomó el centro de la escena de inmediato. Su frescura allanó caminos que parecían cercados. “No solo habla en nuestro idioma, sino que lo hace en argentino. Comunicacionalmente es un fenómeno pocas veces visto. No solo por como habla, sino como comunica con sus formas, con su mirada cómplice, sus gestos. Sus desplantes al protocolo. En este corto tiempo aportó una mirada sobre otros temas que no aparecían en la agenda. Pero siempre centrado en el Evangelio. Lo veo como una vuelta a lo esencial, a la palabra de Jesús. Quizás estos temas ya venían apareciendo antes y se venían reflexionando dentro de la Iglesia, pero ahora en la boca de un Papa toma una fuerza superior. En cada mensaje nos va dejando muchos elementos para pensar. Se venía hablando de ecología, pero él le dedico una encíclica. Me entusiasma su relación con los movimientos populares. Es la palabra del Papa, algo muy fuerte, si lo queremos tenemos que escucharlo.  Muchas veces dice cosas que incomodan, pero igual las sostiene, las pone en debate. Creo que es un Papa provocador y me resulta muy interesante su llamado constante a participar, a preocuparnos por el prójimo”.

Ferviente defensor de los conceptos de verdad, memoria y justicia, no oculta su dolor por los comentarios negativos que pesan sobre la Iglesia. “Me duele escuchar algunas críticas, porque soy parte de esta familia, pero tengo claro que ese dolor no tiene que esconder la verdad, ni decir una cosa por otra. Hay que hacerse cargo de los errores, pedir perdón y hacer lo necesario para acompañar los procesos de justicia. Uno se esfuerza para continuar en el camino del Evangelio. De ahí salen los valores y la guía que deben regir nuestra vida. Es un camino que buscamos todo el tiempo. Un recorrido que me lleva a creer en la ampliación de derechos, en la inclusión. En la justicia social”.

“Seria hipócrita leer el evangelio, entender esto, y no decir nada para ayudar a pensar a la gente. Hay que tomarse el ejercicio de pensar y de ayudar a pensar”, indicó.

Entre Charly y Jesús

Fernando se declara un profundo admirador de Charly García. “Muchos me dicen que me parezco a Jesús por el aspecto, pero yo les digo que quería parecerme a Charly”, dijo entre risas.

En su reducido cuarto al fondo de la parroquia, Fernando tiene imágenes de García, de Marta Minujin y muchos libros. Es un amante del realismo mágico. No solo de García Márquez, sino en su amplio espectro.

“Creo que Charly y Marta tienen cosas del realísimo mágico, ambos han construido un mundo con su expresión y su personalidad. Son artistas acabados que han hecho una obra de su vida. De chico me atrapo Sui Generis, ese estereotipo de los 70, no solo desde los estético, sino también desde lo intelectual”, finaliza.

Su teléfono suena seguido, lo requieren en la otra punta de la ciudad. Adonde parte raudamente. Fernando frecuenta los “dos tandiles”. El soñado del eslogan y el periférico de las carencias. Así entiende su camino y así recorre su vida.

 

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