Policiales

Nadie se salva

28/01/2016

Compartimos la nota de tapa del semanario papel de ElDiariodeTandil. La inseguridad en nuestra ciudad y la ola delictiva.

LA OLA

2015 se despidió con el inicio de los que sería una seguidilla de hechos delictivos con un denominador común, el uso de armas de fuego o armas blancas. Las primeras dos semanas de este enero la tendencia siguió hasta copar el centro de atención de los medios y los vecinos. Empujadas por el interés del público en temas policiales y la inanición de los periodistas que en esta época ruegan por un acontecimiento noticiable, 2016 arrancó con una "ola de robos".

¿Cuándo una seguidilla de delitos se convierte en epidemia? ¿Cuándo los robos se encadenan para formar una ola?

La respuesta no es difícil; depende del criterio de quienes cuentan las noticias, pues no hay manual que enseñe a partir de qué cantidad se debe hablar de ola de delitos.

Hay algunos indicios que ayudan. Por ejemplo, en una ciudad intermedia como Tandil los "escruches", es decir, el robo de una casa cuando sus moradores no están, hace años dejó de tener impacto.

Con el umbral de tolerancia un metro más arriba, el hecho delictivo que dale de lo "normal" en la actualidad es el robo a mano armada. En esa línea, dos hechos en una semana encienden alarmas y si se extiende un poco más, es usual hablar de una ola.

Al menos en la última década, es infrecuente que un año cualquiera no tenga una sucesión capaz de ser calificada como ola de robos.

Y la ola de 2016 arrancó tan temprano que es muy probable no sea la única de un año que recién empieza. Comenzó a fines del año pasado y bien puede hablarse de un embate generado por al menos dos sujetos sin relación entre sí.

JUNTOS PERO SEPARADOS

Dos son los delincuentes que en las últimas semanas emprendieron un raid por cuerda separada pero con una coincidencia temporal.

Jorge Damián Maidana y Sergio Daniel Rattiguen no se conocen y, a primera vista, no tienen nada en común. El primero tiene 29 años y una vida azarosa; con domicilio en Ranelagh, ha deambulado por varias ciudades y aquí se lo había visto durmiendo en el Terminal de Ómnibus. El segundo tiene diez años más, domicilio estable en Tandil y un empleo en una concesionaria de autos usados. Dos hombres que en apariencia jamás se hubieran cruzado terminaron unidos en las páginas policiales por sus acciones al margen de la ley penal.

Maidana fue detenido el martes 12 por la tarde en el marco de un operativo en las inmediaciones de Sarmiento y 11 de Septiembre, tras un intento de robo en "Estudios Kromo", un comercio de San Martín al 1200; en ese momento, por las características físicas del individuo, la policía creyó estar ante el autor de al menos una decena de atracos recientes.

Los investigadores arribaron a la firme sospecha de que el detenido fue el autor de seis asaltos en solitario (Ripsa Pagos de avenida Falucho al 600; Minimercado Buenos Vecinos de San Martín y Moreno; agencia de quiniela “La Gringa” de avenida Falucho 1258 y Panadería Del Sol). También habría participado junto a un cómplice en el robo al dueño de una frutería en las calles Colombia y Portugal, amén de otros hechos en la jurisdicción segunda.

Atrapar a Rattiguen fue infinitamente más fácil por la participación proverbial de un vecino que apuntó la patente del Volkswagen Gol en que escapó tras robar a mano armada la despensa de calle Italia, a un lado de la Terminal. Ese dato fue crucial, junto a la detallada descripción que sobre el delincuente hizo la empleada del negocio.

Así los investigadores llegaron al hombre, empleado de una concesionaria de autos, que utilizaba los vehículos usados puestos a la venta para salir a delinquir, escapar y ponerlos en exhibición nuevamente. Si no le hubieran cortado prematuramente la serie de delitos, un oficial comentó a este diario que "hubiera sido difícil atraparlo porque podía usar cada vez un automóvil distinto, podría haber extendido la racha delictiva durante semanas".

Por eso con la detención de Rattiguen la Policía respiró aliviada. “Zafamos de otro Lambrecht”, dijo uno de los investigadores de la Bonaerense. Al igual que Lambrecht -“el ladrón del revólver plateado”- Rattiguen hubiera sido difícil de aprehender por un dato fundamental; no se trata de delincuentes reincidentes que por esa misma condición están dentro de las primeras opciones a investigar por la policía. De hecho, Rattiguen cayó detenido por la intervención fundamental de un vecino que anotó la patente del automóvil en que se movilizaba el ladrón y este fue el dato central para resolver la pesquisa.

“No son casos comunes pero cuando aparece alguno te pega un baile porque no sabés por dónde empezar, están fuera de la lógica del delincuente que siempre se dedicó a eso, a veces inclusive están en la ciudad hace poco y si robaron con la misma modalidad en otro lugar acá no tenés el antecedente que te sirva para rumbear la investigación, digamos que no lo tenés en la base de datos de presuntos sospechosos de determinado tipo de delito”, explica una alta fuente de la comisaría primera.

Rattiguen, como Lambrecht, entra en esa escurridiza categoría; empleados de comercio, fuera de los radares del aparato policial y judicial, que en su tiempo libre cometen delitos.

EL LADRÓN DEL REVÓLVER PLATEADO

 Tuvo en jaque a la policía en 2014 con una seguidilla de asaltos a mano armada, principalmente en sucursales de la heladería Grido, aunque con algunas incursiones en otros comercios.

Su forma de operar era invariable, portaba un revólver plateado (a la postre se confirmaría que se trataba de una réplica); vestía pantalón de gimnasia color oscuro, buzo con capucha, gorra con visera color gris y sobre ésta la capucha del buzo. Ocultaba el rostro con un cuello color gris y se llevaba el botón en una bolsa de tela, también de color gris.

Robar más de una vez el mismo local era otra de sus marcas de autor, quizá la más desafiante. Los desconcertados investigadores nunca supieron si era un desafío a las autoridades que lo perseguían, una táctica consistente en hacer algo imprevisto o lo impulsaba otro motivo.

Lo cierto es que "el ladrón del revolver plateado" era una especie de Dr. Jeckill y Sr. Hyde; un hombre de familia y empleado en un comercio reconocido que -luego de una metamorfosis inexplicable- salía a perpetrar su crímenes.

"Creemos que lo hizo la primera vez y quizá la segunda para juntar dinero que le permitiera saldar unas deudas, pero luego se perdió en ese mundo del delito, se emborrachó, podríamos decir", ensaya un operador judicial consultado por El Diario de Tandil. Con dos décadas de trayectoria en el ministerio público asegura que casos como el de Lambrecht no son comunes pero "hemos empezado a verlos con una cierta frecuencia; hombres que nunca delinquieron, que llevan una vida en apariencia ordenada pero que enfrentan de súbito una urgencia de dinero, si el primer robo les sale bien luego es difícil que se detengan".

Aunque los indicios parecen claros, el hombre de Tribunales no se anima a poner a Rattiguen en la misma categoría que Lambrecht. Al menos no por ahora "porque falta investigar cuál fue el móvil que lo llevó a delinquir, pero a priori es cierto que tienen características similares, como por ejemplo que tenía un trabajo estable y aparentemente también que había algunas deudas que no podía saldar".

"El ladrón del revólver plateado" fue sentenciado a cinco años y ocho meses de prisión por siete asaltos -habría cometido más pero esos fueron los que lograron probarle- mientras que a Rattiguen, cuya racha delictiva fue cortada a poco de comenzar, parece aguardarle también una pena de prisión de cumplimiento efectivo.

“LOS TESTIGOS FUERON FUNDAMENTALES”

El subcomisario Walter Coss sabe que la gente lo ayudó a dilucidar los últimos hechos delictivos y no tiene empacho en reconocer, agradecer y alentar esa conducta. Fue una primera quincena donde se registraron asaltos casi a diario y en algunos momentos se vio a la policía desorientada,sin pistas firmes e intentando obtener datos donde fuera para encaminar una investigación difícil.

El titular de la Seccional Primera, entiende que “lo que más nos desorientó fue la metodología”, porque el modus operandi no era conocido y eso hizo que “nunca nos detengamos a pensar en Jorge Maidana y Sergio Daniel Rattiguen”, quien después resultaron ser los responsables de la mayoría de los hechos recientes en su jurisdicción.

Si bien interiormente sabía que “en cualquier momento se iban a equivocar”, reconoce que “por momentos hay cierta impotencia porque no tenemos datos concretos, no son conocidas las formas de actuar y las descripciones no coinciden con gente que pudiéramos saber que está en el hampa”.

A la hora de hablar de la participación de la gente, entiende que “fue trascendental, porque en el caso de Maidana, por ejemplo, algunos testigos empiezan a darnos pistas y después nos hablan de unos tatuajes lo que nos llevó a reconocerlo”.

Sobre ésta persona comentó que “ha tenido algunos ingresos a la Seccional, pero por ebriedad. Lo conocíamos también porque ha estado durmiendo en la Terminal de Ómnibus, pero nunca lo relacionamos con el delito”.

En los momentos donde no aparecían pistas concretas "sólo teníamos el mapa conceptual que nos decía que siempre actuaba donde había mujeres atendiendo y no había clientes, lo que marca que no quería tener problemas”.Maidana estaba viviendo últimamente en calle Sarmiento y 11 de Septiembre y otro dato que tuvieron en cuenta los uniformados, fue que “siempre asaltó comercios que estuvieran en calles paralelas a donde vivía y se movilizó por la zona”.

Continuando con el relato, dijo que “si bien los hechos los cometía en soledad estamos seguros que cerca lo esperaba una segunda persona que sería un individuo que vive con él y tiene antecedentes".

“RATTIGUEN ERA MUY NERVIOSO”

A la hora de hablar de Sergio Daniel Rattiguen, no dudó en decir que “si no era por la gente, quizás todavía lo estaríamos buscando” porque “era alguien que no tenía antecedentes”.

Para el subcomisario Coss, “fue rápido que pudimos develar todos estos robos” y reconoce que “fue por la intervención de un testigo que tomó el número de la patente que llegamos a detenerlo”.

Lo apuntado ocurrió después de haber robado en "Despensa Carlitos", en calle Italia 772, donde un testigo anotó la patente del automóvil en que huyó.

Con ese dato “la Policía Federal establece que figuraba a nombre de una persona de Azul, una comisión de la policía de esa ciudad interroga a la propietaria quien dice que lo vendió a un hombre en Tandil. Cuando damos con ésta persona, nos dice que lo entregó a la agencia”.

Cuando se dirigieron a la agencia de usados propiedad de Uzcudún se encontraron con que “el auto estaba guardado y el dueño del negocio se encontraba fuera del país, pero además de ver el coche nos encontramos que había una persona que correspondía con los datos aportados por varias víctimas por lo que pudimos esclarecerlo”.

En la charla con este Semanario expuso que “después de esas detenciones se pararon este tipo de delitos, da la sensación de que está planchado, pero en estos casos debemos agradecer a la gente, por eso pedimos que siempre se animen a denunciar y aportar los datos que tengan".

"LE METEN DURO HASTA QUE CAEN"

"Por lo general, cuando viene la ola, es algún delincuente que se envalentona y le mete duro y parejo hasta que cae", dice José Denisio, subsecretario de Protección Ciudadana.

Confía que en estos meses "hubo una ola de motochorros, que atacaban a mujeres de mediana edad o mayores, siete u ocho robos seguidos. Se logró atraparlos por el centro de monitoreo que fue siguiendo al dúo en moto mientras la policía los iba cercando. Los entramos a encerrar y se metieron en la zona de Quinta La Florida, en un momento uno se tira y el de la moto sigue. Agarramos al que se bajó y le secuestramos las tarjetas de crédito, los documentos y los $10 mil que le habían robado a la señora. Al otro lo siguieron y lo agarraron en la casa. El tema es que le dejaron a la mujer el ojo negro de un golpe, pero también se quebró la muñeca al caer al piso. ¿Sabe cuánto tiempo estuvieron detenidos con ocho hechos confirmados? Los agarramos el sábado y el miércoles estaban en la calle. Mientras el tipo que roba sepa que va a salir enseguida, va a seguir robando. Entran y salen".

Además de lo "blanda" que es la justicia con los delincuentes, el funcionario critica la complicidad de los vecinos. Reciente la policía andaba buscando en Las Tunitas a uno que había cometido un hecho, se metió en una casa y la mujer salió a defenderlo, porque eran vecinos y tenía miedo a las represalias. Sea por lo que sea, los terminan amparando. Pero los nombres se repiten, son siempre los mismos".

La plaza del Parque Independencia, un gran espacio verde dividido por la avenida Illia, es actualmente uno de los puntos que reclama atención de la Secretaría de Protección Ciudadana. "Antes iban los chicos y chicas a tomar mate y pasar el rato, pero gradualmente fue siendo copada por grupos de jóvenes en moto que se juntan a tomar una cerveza, fumarse un porro, casi siempre están en la suya pero algunos arman lío. En estas dos semanas he tenido denuncias de al menos ocho vecinos así que estamos empezando a trabajar en el tema, pero tenemos que hacer operativos con gente de civil porque como andan en motito, cuando te ven venir disparan. Así al menos les secuestramos las motos, aunque cuando pasa eso te dicen muy sueltos de cuerpo que no les importa y que se van a robar otra".

Según este veterano policía devenido funcionario municipal los desafíos de las fuerzas de seguridad son cada vez mayores: "Los menores que andan al filo saben que pueden hacer lo que quieran y que no se los puede ni tocar; y los de 18 que antes robaban bicicletas ahora directamente salen de caño".

En esa categoría de chicos que vivieron deprisa y murieron muy prematuramente pone a Gabriel Ciano, un joven de 20 años que a fines de agosto de 2015 murió en un hecho relacionado con el submundo de la venta de drogas. "Pobrecito, era un pibe que no tuvo la suerte de que los padres le prestaran atención, ya lo habíamos tenido por un hecho anterior y el comisario Giménez, por entonces a cargo de la seccional cuarta, le había dicho a la madre que lo contuviera porque podía acabar mal", resume Denisio. Murió, según la versión oficial, "porque le fue a robar a uno que era cliente de él, le vendía droga y como sabía que tenía plata fue a robarle; cuando se entretuvo agarrando el celular que la víctima, que no era ningún santito, le entregaba, ahí recibió el puntazo en el pecho".

La droga tiene mucho que ver con estas vidas al límite y sus muertes contra natura. Y hay que reconocerle cierta autoridad a Denisio para hablar sobre el narcotráfico y su influencia en la evolución del delito. Para más detalles, su reconocimiento de la Policía Federal Argentina "Herido en y por acto de servicio" es precisamente por el balazo que recibió en el codo derecho y los cinco puntazos en la zona abdominal, en el marco de un procedimiento por narcotráfico en la selva misionera donde lograron secuestrar una tonelada de marihuana.

Con aquella experiencia a cuestas y sus años posteriores en Buenos Aires hasta su retiro, el ex comisario afirma que en las calles se libra una pelea sin cuartel y que los hampones están desatados y no respetan nada. "La semana pasada un patrullero iba por La Movediza, pasaron cuatro muchachos y los policías sienten una explosión; cuando paran ven que los muchachos van corriendo, aparentemente les tiraron con una tumbera porque el proyectil de hierro traspasó el baúl, si eso pegaba en la luneta trasera la rompía como nada, si le daba en la cabeza a alguno lo mataba. Molesta mucho la presencia de la policía y genera estas reacciones".

El arquetipo del comisario fogueado cuerpo a cuerpo con delincuentes de toda calaña remarca que son tipos duros, más propensos a meter palo que a entablar un debate sociológico sobre las causas del delito, pero a lo antedicho sobre el malogrado Ciano le agrega Denisio una segunda página cuando dice que hay que hacer algo para que los pibes no entren al delito, "después, cuando hay que agarrarlos porque delinquieron ya es tarde". Por eso confía en lo que pueda aportar a la Secretaría Rubén Diéguez (ex subsecretario de Desarrollo Social) quien recientemente se sumó al equipo: "Conoce mucho la calle, con él estamos tratando de avanzar en un programa para rescatar a tantos jóvenes como podamos con una ayuda económica para que no salgan a robar. A cambio les pedimos una contraprestación, para que se sientan útiles a la sociedad, por ejemplo, cortar el pasto de los baldíos que los dueños no se ocupan y de las veredas que hay en su propio barrio, para no regalarles la plata". 

BIEN CON EL INDIO, MAL CON LA RENGA

"Con el Indio Solari no creo que haya problemas porque cuando entra una cierta cantidad de gente abre las puertas y todos los que vienen sin entrada pueden ser parte del recital y se evitan los disturbios. Muy distinto de lo que pasó cuando vino La Renga, los organizadores dijeron que no entraba nadie sin pagar y se desbandó la gente que estaba afuera. Fue una locura, siempre que va la mitad del recital se abren las puertas, pero estos dijeron que no entraba nadie y se armó una batalla campal. Y lo primero que rompieron fue la cámara de vigilancia".

LA OLA DE 2014

Además de los delitos que se cometen dentro de una normalidad estadística,  cada año suele tener su "ola delictiva", una seguidilla de hechos en un lapso acotado, generalmente cometidos por los mismos autores y con una modalidad típica. La ola de 2014 fue la más larga del nuevo siglo. Se extendió entre el 27 de mayo y el 24 de julio (hasta donde la justicia pudo probar) y su responsable fue Hugo Alejandro "el negro" Lambrecht, por ese entonces de 31 años y apodado por esa serie de robos "El ladrón del revólver plateado".

Uno: 27 de mayo

Aproximadamente a las 21.45 ingresó ala sucursal de Helados Grido de Quintana 385. Le apuntó a la empleada del comercio, Irina Zárate y se llevó $1950. Escapó a pie, por Quintana hacia las escaleras de la calle Vigil.

Dos: 30 de mayo

Eran alrededor de las 23 y el blanco fue otra sucursal de la cadena Grido, avenida Avellaneda 1632. Esta vez eran dos las empleadas a las que amedrentó con su revólver plateado, hasta que le entregaron $1000 de la recaudación diaria. Huyó a pie por la avenida hacia calle Moreno.

Tres: 6 de junio

Otra vez al filo de las 23 volvió al local de la avenida Avellaneda. Esta vez se llevó de la caja registradora $986 pesos. Puso el dinero en una bolsa y otra vez escapó en dirección a Moreno.

Cuatro: 3 de julio

Esta vez la víctima fue Rosa Inés Santillán, propietaria del comercio "Las Plumitas", en avenida Avellaneda 1178. Eran alrededor de las 21.10 cuando Lambrecht irrumpió en el local esgrimiendo su réplica plateada y exigió la entrega del dinero. Se llevó $1300.

Cinco: 8 de julio

A las 21.30 ingresó a la despensa "Uno", sobre calle Constitución 892. Con su arma en mano y apuntando a la propietaria se alzó con un botín de $1500 en efectivo.

Seis: 10 de julio

"El negro" volvió por su negocio preferido, la cadena de heladerías Grido. Esta vez el blanco fue el local de avenida Perón 1399, donde entró a eso de las 22. Intimidó con el arma a las empleadas del comercio y, decidido, le dijo a una "dale, andá a la caja, dame todo”. Su accionar siempre era resuelto, con frases imperativas y cortas, según coincidieron los testigos de cada hecho. Se llevó en esa ocasión $1.050 que guardó en la bolsa que tantos testigos luego reconocieron. Se fue del lugar caminando en dirección a la calle Arenales.

Siete: 21 de julio

El mismo modus operandi. La misma vestimenta. Otra vez la franja que va de las 21 a las 23. En el último delito antes de ser atrapado respetó cada detalle. Habían transcurrido cinco minutos después de las 21 cuando traspasó la puerta de Panadería Del Sol, en avenida Alvear 210; le apuntó a la empleada con su fiel revólver plateado y con ese acto de intimidación accedió a la caja registradora para llevarse $2000. Fue el botín más gordo y también el último.

LA OLA QUE NO FUE OLA

 Algunos delitos llaman la atención por la novedad que supone el modus operandi. Cuandolos primeros "patea-puertas" desembarcaron en la ciudad, los tandilenses no tenían noticias de este tipo de fechorías. Un par de hechos consecutivos en 2012 hicieron pensar que se venía una ola de robos de este tipo. Pero no fue así; los delitos de este tipo se hicieron más esporádicos pero duraron casi tres años, con algunos casos registrados hasta bien entrado 2015. Una ola más suave, pero tan larga que el daño que terminó causando fue mayor que la de 2014 o la de este 2016.

Los patea-puertas suelen actuar de a dos. Rompen a patadas la puerta del domicilio cuando la familia duerme, ingresan rápidamente y se llevan lo primero que encuentran a la mano, generalmente electrodomésticos, aprovechando la perplejidad de la familia. Un delito bastante común en el Gran Buenos Aires. Quizá por eso ha empezado a escucharse una frase de nuevo cuño, con neologismo incluido: Tandil se está conurbanizando. "Creo que esa frase la dijo

Felipe Solá cuando vino en campaña electoral y yo estuve de acuerdo, porque por ese entonces vinieron hechos que no se cometían, y aparecieron por una situación especial", recuerda José Denisio. Sin ambages ni sutilezas, el comisario federal retirado une el desembarco de los patea-puertas a ciertos cambios en la conducción policial local. "A veces uno prefiere tener un comisario de la zona, que sea malo pero que uno se lo pueda cruzar todos los días, antes de que traigan uno de afuera, porque por ahí viene con algo más. Acuérdese quien estaba cuando empezaron a patear puertas".

 

 

 

 

 

Envia tu comentario

Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento sera eliminado e inhabilitado para volver a comentar. Enviar un comentario implica la aceptacion del Reglamento


2008 - 2024 © www.eldiariodetandil.com | Todos los derechos reservados