Opinión

Angustia ante la caja que se acaba

24/11/2015

A buena parte de la militancia kirchnerista-peronista le duele la derrota en el corazón. A ciertos empresarios de medios –sobre todo a los medios con posición dominante de nuestra ciudad- les duele el bolsillo. La fortuna que dejó en los medios de comunicación de Tandil el tándem Bossio-Scioli difícilmente vuelva a repetirse.

Hace algo así como un año, en una entrevista que le hice a Pablo Bossio para el semanario papel de este portal de noticias, hablando de la experiencia que le había dejado su primera campaña a concejal en 2013, donde saturó la ciudad con gigantografías y baners y avisos en los medios digitales y de papel, el hoy ex candidato a intendente aceptó que ése había sido uno de los errores más notorios. Fue una charla franca, con acuerdos y disensos, pero sobre todo la evoco por el remate. La última pregunta tuvo que ver con el sello que habrá de legar la hermandad de los Bossio en los medios. Le pregunté si también iba a considerar en la autocrítica haber cooptado los contenidos y la opinión de los medios de comunicación a través de la pauta de Anses, un hecho que no tenía precedentes en el periodismo de Tandil.

Este fue el diálogo final:

-Bossio, los medios de comunicación, salvo honrosísimas excepciones, están completamente sojuzgados a la pauta política.

-Estaría bueno que hagan una autocrítica los medios de comunicación en este aspecto. Son los primeros que debieran hacer una autocrítica.

-¿Porque se dejan comprar?

-Y…. está claro que sí.

La respuesta de Bossio fue impolítica pero contiene una verdad brutal: está muy mal cooptar a los medios a través de la plata del Estado, pero también es cierto que no habría cooptación posible sin la complicidad del empresario que acepta esa pauta.

Desde la comunicación política, el kirchnerismo entendió que no tenía ninguna posibilidad de formar opinión en la sociedad sin colonizar a los medios. Es decir comprando sus contenidos a través de gacetillas, notas especiales y afines. Y estableciendo una suerte de celosa vigilancia del compromiso de publicación de esos contenidos. Lo que implica, además, reducir la capacidad de crítica de la prensa. Esta novedosa forma de hacer política mediatizándola al extremo comenzó cuando Diego Bossio fue nombrado como director ejecutivo de Anses. Al menos en Tandil, la tesis naufragó en las aguas del fracaso. Entre Bossio (Anses) y Daniel Scioli (gobernación de la provincia de Buenos Aires) han dejado fortunas incalculables en los medios considerados de posición dominante y no les ha servido literalmente para nada. Basta mirar la pobreza de los resultados electorales.

La derrota del kirchnerismo en el plano nacional, sumada a la local, pero sobre todo la pérdida de la poderosa caja con que Bossio cooptó a los medios, sí determina un fin de ciclo para la relación medios y política. Sobre todo porque con la derrota de Scioli se esfumó el poderoso Ministerio de Planificación que estaba destinado al tandilense con mayor llegada al gobierno nacional en los últimos doce años. Y también se esfumó la “caja naranja” para un gobernador que siempre se mostró obsesionado por el marketing. Scioli y marketing político podrían ser una tautología ya que representan la misma cosa. Es como decir Pappo y decir blues.

En el caso de nuestra ciudad, Scioli además tiene su propio house organ: La Voz de Tandil (diario, sitio digital y la AM1560), el apagado multimedios del empresario Aldrey Iglesias, quien mantiene fuertes vínculos personales e intereses en común con el gobernador.

En la noche fatídica del domingo, el bunker del PJ encontró a decenas de militantes con lágrimas en los ojos. Dolía la derrota en el corazón. Ellos vivieron una época inolvidable de la mano de Néstor y Cristina. Tan inolvidable como la bonanza que la década ganada depositó en las arcas de la corporación mediática. Eso se acabó. Ahora acontece la novedad de un presidente cuyo partido en la materia también viene arrastrando algunos tropiezos. Todavía no fueron debidamente explicadas las pautas de publicidad que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires despachó a medios del interior y que nunca llegaron a destino. Un error de carga, dijo, inconvincente, el propio Macri. Ahora que llegó a la presidencia de la Nación deberá reformular seriamente una equitativa asignación de la pauta oficial para que sea eso, los fondos con que un gobierno publicita sus actos de gobierno, y no la prepotente  tarifa con que se compran los contenidos en los medios de comunicación reduciendo el periodismo a una caricatura inverosímil y muchas veces patética.

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