Sociedad

Historias y recuerdos de aquellos años felices

03/09/2015

Los disc jockey de los años setenta y ochenta, que viven en el Barrio de la Estación, resisten a la fría tecnología de la posmodernidad y organizan un evento donde discos y bandejas serán los protagonistas.

Este proyecto tiene varias aristas que debemos mencionar, por un lado se trata de vecinos enamorados de la música. Especialmente la que se reproducía a partir de discos de vinilo. Por otro lado hablamos de personajes que rondan los 50 años y guardan un hermoso recuerdo de la “época de oro” de la música disco.

A partir de este momento nos zambullimos en una historia que recorrerá la pista de Casablanca, el recuerdo de Ángel Elissondo, anécdotas y discos. Porque, por sobretodo, esta es una nota que habla del amor a la música.

Marcelo Funaro es uno de los disc jockey recordados de aquellos tiempos, junto a Hugo Mengascini serán los encargados de “pinchar” discos el sábado próximo en el Teatro de la Confraternidad Ferroviaria.

Sentados en un living del Barrio de la Estación, Funaro nos contó sus comienzos, “la música me gustó desde siempre, pero lo empecé a ver de otra manera una noche de la década del ’70. Mi viejo llamó a Marcelo Montarulli para que pase música en una fiesta que hacíamos en casa. Vivíamos en San Martín y Santamarina. Esa noche se me prendió la chispa, tenía 14 años”.

Luego vino la experimentación, junto a su amigo Marcelo García comenzaron a armar su propio equipo de disc jockey, “de entrada nos armamos con un amplificador de un vatio que era una locura, conseguimos dos bandejas winco y empezamos. Al año siguiente le dije a mi viejo que no quería estudiar más. Yo quería ser disc jockey”.

No solo le gustaba y lo apasionaba la música, era bueno en su oficio. La empresa creció de inmediato. Boliches, fiestas, Marcelo Funaro puso música en todos lados. “Estuve en Scandal, donde antes estaba Acaro, y para mí fue el mejor boliche de Tandil, pasé por Grisby, Casablanca, Circulares, Mimo, La Posta. Estábamos en las fiestas de estudiantes, en clubes como Los 50, teníamos un equipo en Ayacucho, nos llamaban de todos lados”.

Se puede decir que Funaro fue uno de los que musicalizó nuestra comarca en la década del ’80. De esa época salieron sus grupos preferidos, “me gusta mucho el rock nacional de esos años. Pappo’s Blues, Vox Dei. También soy muy fan de Creedence, me gustan más que los Beatles incluso. También la música disco, que era furor en esa época”.

Todavía recuerda con afecto aquellos años y por eso esta iniciativa de organizar una fiesta en donde se recree el aura de aquellos años inolvidables.

En su casa tiene un material incalculable de más de dos mil discos de vinilo, “antes para pasar música necesitabas tener buenos brazos, porque era pesadísimo transportar el material. Hoy es más fácil, en un pen drive llevan todo su trabajo”, los adelantos tecnológicos trajeron comodidad y quitaron el aura romántica de su oficio.

Hoy retirado de las bandejas, volverá a despuntar el vicio que lo hace feliz.

Mengascini, el inquieto

Es el “revolucionario”, su afán por defender la historia de la estación y preservar el valor histórico de la zona lo puso en contacto con un grupo de vecinos que se denominan “Amigos del Barrio de la Estación”. De allí nació la idea de esta fiesta. Porque más allá de lo explicado anteriormente, también se trata de darle movimiento e identidad al barrio.

Mengascini llegó siendo un jovencito a Tandil. En su 9 de Julio natal aprendió el oficio de disc jockey y lo re-significó por completo en esta ciudad. “Vine a principios de los ‘80 a estudiar y me explotó la cabeza. Fui conociendo grupos y amigos en la universidad con otros gustos musicales. Venir a Tandil significó salir de lo comercial, de lo que escuchábamos en radio, y pasar a descubrir un mundo nuevo”.

“Me gusta mucho la música negra, su influencia. Pero estoy atravesado por Beatles, Queen, Pink Floyd, Lennon. Yo ponía esa música en los boliches. Acá en Tandil descubrí la música progresiva”. Apenas siendo un jovencito conoció a Ángel Elissondo y este le dio una oportunidad en el boliche más importante de aquel entonces: Casablanca.

“Ese lugar era especial, un boliche con un perfil diferente a Yamó, a Isidoro C. Tenía un toque sublime. Había una cantidad impresionante de discos, descubrí el bossa nova, se escuchaba a Toquinho, Vincius, Gilberto Gil. Iba gente todos los días”, relata emocionado.

Casablanca era el lugar elegido por los sectores más selectos de la ciudad. “Había un clima muy especial, porque iban los políticos como Luis María Macaya, deportistas, gente de la cultura. Todos iban a tomar su Blenders, cuando todavía era un whisky bueno”.

Mengascini recuerda con afecto a Elissondo, pese a su fama de gruñón, “era terriblemente anti peronista. Una vez fue Carlos Menem al boliche y me dijo ‘ponele música nacional a estos peronistas’. A los radicales podía regalarles una botella entera pero cuando iban Macaya o Barbini, por citar algunos, ni loco les daba una gotita de más. Era un gorila incurable”.

Elissondo no solo era dueño del boliche de moda, tenía muchas propiedades y dinero. Hace poco tiempo murió en la pobreza. “Luego de aquella época me lo encuentro por la calle y le pido laburo, era una época complicada. Me dijo que le sobraban empleados, pero que vaya a comer todos los días a su casa. Ángel tenía esas actitudes”.

Fiestas o boliches

Funaro comenta que se siente cómodo en ambas facetas, aunque reconoce que “en el boliche el que marca la tendencia es el disc jockey y en una fiesta el que pone la plata”. Mengascini ve una relación de poder distinta, “en el boliche manda el disc jockey. Nunca accedí a poner un tema que me pidió alguien en la pista. En el tiempo que trabajé en Casablanca me pedían siempre el tema ‘Es una pena’ de Bonnie Tyler y no lo puse nunca. El disc jockey no puede atender cuestiones particulares. Después intenté trabajar en fiestas pero fue un desastre, no era lo mío”.

Durante los años dorados a los temas internacionales se los llamaba por su nombre castellanizado. Lo habrá notado cuando hablan con alguien que ronda los 50 años. Durante la charla hablamos de infinidad de temas y grupos que marcaron una época, reconozco que muchas veces tuve que apelar al traductor para darme cuenta de que estábamos hablando.

Entre los personajes que recuerdan con cariño hablan de Maracho, de Mario Rossi, de otros disc jockey que trabajaban en la noche tandilense. La nostalgia siempre está presente.

Foto de Gonzalo Celasco

 

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