Política

Sondeo: tras la indeseada alianza con Macri creció aún más la figura de Lunghi

23/05/2015

Doce años después de su primer triunfo por 220 votos, Miguel Lunghi va en camino de producir un hecho doblemente histórico: ganar su cuarto mandato consecutivo pero –además- por una cifra aplastante. Una última medición registró que la alianza con el Pro proyectó la intención de voto del intendente a cifras astronómicas.

“El sapo que está comiendo Miguel de a poco se hará un poco más rico, ya le va a encontrar cierto gusto, cierto sabor…”, dijo con la picardía propia de su veteranía política un avezado operador radical. Ocurre que el disgusto inicial de Lunghi frente a la alianza que selló el radicalismo con el Pro durante la Convención Nacional le deparó una paradoja que era cantada: por primera vez en doce años el jefe comunal tiene una figura “arriba” de la boleta que potencia su ya consolidada intención de voto, la cual hoy orilla el 50%. Con diez puntos más que le aporte Mauricio Macri en las elecciones generales, la perfomance del intendente será sencillamente demoledora. Y entre 10 y 12 puntos es la masa crítica que le sumaría Macri al jefe comunal en las urnas.

Sin embargo, en estas horas el lunghismo tiene un objetivo prioritario que va incluso más allá de ganar la elección: es asegurar la gobernabilidad, por los menos, los próximos dos años de la futura gestión. Y esta cuestión se resolverá en las PASO y no en la general, es decir en cómo quede conformada finalmente la lista de concejales. Por ahora un acuerdo con el Pro está más que verde, teniendo en cuenta lo que otra fuente del radicalismo confió a este portal de noticias: “Ersinger se cree que es Kennedy y Clinton juntos. Está desesperado para enfrentarse con Lunghi en las primarias. Y además ellos están clavados en una obsesión: quieren los lugares 3 y 5 de la lista, algo que para nosotros es inaceptable”. Así las cosas, salvo que venga una orden de arriba, la interna es inevitable y es allí donde el lunghismo deberá poner toda la carne en el asador para aspirar a retener lo que hoy tiene y mantener la mayoría en el legislativo. También se debate una opción que parece remota: que Lunghi vaya solo en la boleta a la elección, o que su nombre  ocupe tanto la boleta de Sanz como la de Macri, para retener lo que suma del alcalde porteño, un hecho que afectaría la organicidad partidaria.

A esta proyección –que ya tiene su corroboración empírica en una medición realizada hace pocos días- se le debe sumar la incertidumbre que sacude al Frente para la Victoria y al Frente Renovador, los espacios políticos que disputarán la elección de octubre. Por ahora ninguna de estas coaliciones produjo la aparición de una figura pública competitiva frente al oficialismo local. El diputado Mauricio D’Alessandro, armador local del Frente Renovador, impulsó la candidatura de Juan Urruty, mientras Sergio Massa intenta frenar la fuga de votos y dirigentes que revelaron los sondeos. El caso del kirchnerismo, que todavía no proclamó su candidato, evidencia además un escenario interno por demás inestable debido a la renuncia a la candidatura a gobernador del conductor del espacio, Diego Bossio, que parece haber sorprendido incluso al entorno del secretario ejecutivo de Anses. Los nombres de Pablo Bossio y Roberto Tassara son los que hoy flotan sobre la superficie de las especulaciones, cuando todavía hay tiempo para que ocurra alguna sorpresa. Sin embargo ya se perciben ruidos internos en la hasta ahora conducción monolítica de Bossio: florecen las versiones de dirigentes dispuestos a discutir su conducción e incluso ya están sonando un par de nombres conocidos en la opinión pública a quienes se le habría ofrecido la precandidatura a intendente por el randazzimo vernáculo.

Sea como fuere, a la fortaleza de la imagen del intendente traccionada por la dinámica inalterablemente positiva de la gestión, ahora se suma un crecimiento de su figura en la intención de voto debido al ascenso de Macri en los sondeos y a la fidelización del sector de votantes de centro derecha que no fragmentarán su voto.

Así  las cosas, el camino hacia el cuarto mandato del pediatra (más allá de la gobernabilidad o no que le depare el futuro) aparece despejado ya que –por si fuera poco- su figura suma no sólo desde los votantes radicales, independientes y del Pro sino también a partir de la alianza táctica que mantiene Lunghi con Daniel Scioli, fruto de una estrecha relación personal donde incluso talla el afecto más allá de los intereses políticos que ambos tienen en común. Muchos votos del gobernador también, tijeretazo mediante, irán a parar a la urna del pediatra. Con este panorama la elección de octubre se convierte en una penosa cuesta arriba para los candidatos que salgan a la cancha a jugar el partido.

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