Política

Entre Límites y Garantías: La reelección indefinida de los Intendentes

05/05/2015

Por Francisco Sola. Secretario del Bloque PRO en el Honorable Concejo Deliberante, tiene 22 años y es estudiante de RRII en la UNICEN. Twitter: @Solafrancisco

Siempre me llamó la atención cómo el Poder Político se encarga de moldear las reglas para su propia conveniencia. Que quede en claro que no me refiero a un partido en particular, sino que es un común denominador de todos los partidos políticos. Me asombra cómo podemos contradecir incluso el espíritu más importante de una Nación, como es la Constitución Nacional.

Los fenómenos constitucionales surgen en principio como una necesidad de ponerle fin a la monarquía en la Francia del siglo XVII, dejando así plasmado en un texto los derechos y garantías de los ciudadanos. Además, los nuevos gobiernos que se independizaron de las viejas coronas utilizaron las constituciones para delinear las estructuras de las jóvenes naciones.

Nuestro país adopta el sistema Republicano, esto quiere decir que el sistema político se fundamenta en el imperio de la Ley en contraposición del imperio de los hombres. La soberanía la tiene el pueblo que se lo delega a sus representantes para que gobiernen y deliberen. Además, para evitar una acumulación del Poder en una persona o grupos, se establecen mecanismos de contrapesos. Es así que los límites a la reelección en los cargos ejecutivos, la división tripartita y su control recíproco entre Ejecutivo, Legislativo y Judicial, son métodos instalados para frenar dicha acumulación.

El Poder y las ansias de acumularlo es, tristemente, una generalidad de la humanidad. Nuestros padres fundadores ya vaticinaban en 1853 que la acumulación del Poder en una persona generaría problemas. Juan Bautista Alberdi decía: “Todos los trastornos presentes y venideros se habrían evitado con sólo quitar al que ha sido Presidente la esperanza y el derecho de volver a serlo, después de un intervalo de seis años.” En los Estados Unidos, medio siglo antes, Thomas Jefferson decía: “si la finalización de los servicios del Magistrado Principal no se fija por la Constitución o se previene por la práctica, su puesto, nominalmente de cuatro años, se habrá hecho de por vida”. Los EEUU le pusieron fin a la perpetuidad de los gobernantes con la Vigesimosegunda Enmienda aprobada en 1947. Así generaron que ex presidentes como Dwight D. Eisenhower, Ronald Reagan, Bill Clinton, George W. Bush y, actualmente, Barack Obama no puedan perpetuarse, dando lugar a la supremacía de las Instituciones, es decir, las personas pasan, las ideas quedan. El sistema está sobre los hombres y no al revés.

En la Argentina, incluso Juan Domingo Perón, que modificó la constitución para poder ser reelecto, criticaba el personalismo. En su libro Manual de Conducción Política decía que el caudillismo autócrata es una forma vieja de gobierno y que los pueblos tienen que pasar a la supremacía de las ideas (del dicho al hecho hay un largo trecho, ¿vió?)

Tanto el modelo norteamericano como el argentino –en menor medida- y como el resto de los países de Latinoamérica –salvo Cuba y Venezuela- fijan límites con el objeto de evitar la consolidación del poder en una persona. Ahora bien, nuestro país tiene límites a la reelección a nivel presidencial e incluso la gran mayoría de los gobernadores lo tienen. Pero a nivel municipal, los intendentes de la Provincia de Buenos Aires gozan de un beneficio, a mi criterio, por demasía inconstitucional y perverso. La impunidad de la clase política ha permitido generar feudos en la gran mayoría de los municipios. Dentro de la Provincia de Buenos Aires se encuentran por ejemplo, intendentes como Raúl Othacehé en Merlo y Hugo Curto de Tres de Febrero que están gobernando de manera ininterrumpida hace ya 24 años. Julio Pereyra de Florencio Varela hace 22 años, Jesús Cariligno hace ya 20 años y así puedo seguir con más de una veintena de intendentes que superan tres mandatos de manera continua. Para dar dimensión de esto, el vasco Othacehé ya estaba de intendente antes de que yo naciera… ¡y ahora se presenta de nuevo!.

Todo municipio es una mini república. Tiene su Poder Ejecutivo (Intendente), Poder Legislativo (Concejo Deliberante) e incluso un limitado Poder Judicial comprendido por los Juzgados de Faltas. Incluso hay determinados municipios, como la Matanza o Mar del Plata, que son más grandes que algunas provincias. Otro interrogante es por qué el ciudadano tiene que vivir en una autocracia vecinal, mientras que en el plano nacional y provincial hay una realidad republicana. Además, la perpetuidad en un cargo genera una ventaja desproporcional a la hora de la contienda electoral.

En mi humilde –quizás inocente- forma de ver la política, percibo que ésta es categóricamente sencilla. Es decir, que la política se centra en el Bien Común alentado por el Sentido Común, ni más ni menos. Es por eso, que me pregunto constantemente: ¿Está bien que un intendente se presente por cuarta, quinta o incluso por sexta vez en forma consecutiva a una elección para ocupar el mismo cargo? ¿Es correcto? Para encontrar respuesta, pregunto, y varios amigos que tengo en esta linda ciudad me dijeron que la ley lo permite, a modo de justificar las decisiones de sus gobernantes. “Dentro de la ley todo, fuera de ella nada” dicen.

Quizás tengan razón, quizás mi forma de ver las cosas esté mal o confundida fruto de la inexperiencia y la juventud que me brota. Pero siento que no me puedo quedar callado ante algo que creo que está mal y que muchas personas se llaman al silencio porque no es “políticamente correcto” criticarlo.

En este momento se viene a mi memoria las palabras de mis viejos: “poder se puede, pero ¿se debe?”. Creo que hay momentos en lo que uno tiene la posibilidad de elegir entre ser distinto o ser más de lo mismo. Indefectiblemente, la vida nos va a llevar a todos a ese momento cúlmine, donde deberemos decidir entre hacer porque se puede o hacer lo que se debe. Allí se definirá quienes somos.

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