Sociedad

En defensa de nuestra cultura: Oficios, fiestas y tradiciones

27/11/2014

Nota publicada en la portada de Cultura del Semanario ElDiariodeTandil, tras la aprobación de la ordenanza que preserva y difunde nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial.

Hace poco menos de un mes se aprobó un Proyecto de Ordenanza que busca preservar y difundir el Patrimonio Cultural Inmaterial de los tandilenses.

La idea surgió de Antonio “Tony” Ferrer, un defensor a capa y espada de nuestra historia. El camino no fue fácil, pero los grandes temas que nos atañen a todos no tienen sesgos políticos.

Por el lado del Municipio también se estaba trabajando en paralelo, bajo la órbita de Magdalena Conti (Coordinadora de Patrimonio Cultural).

Entre los dos espacios primó el consenso y salió adelante una ley que pone a nuestra ciudad en un lugar de privilegio con respecto al mantenimiento de sus tradiciones.

“Primero fui con la ordenanza pidiendo por La Farándula y las escenas de la redención”, comentó Ferrer, pero no pudo ser en ese momento. La negativa le hizo pensar el tema otra vez y una sola vuelta por las calles le dio la respuesta. “Buscaba algo que no me puedan rebatir y lo encontré dando una vuelta por la ciudad. Vi los adoquines, el granitullo y enseguida pensé en el oficio del picapedrero”, su técnica y labor para trabajar la piedra.

La Unesco define el patrimonio inmaterial como "el conjunto de creaciones basadas en la tradición expresada por un grupo, en la medida en que reflejan su identidad cultural y social". Se trata detécnicas, ideas, espectáculos que circulan dentro de una comunidad.

 “El picapedrero lee la piedra como si fuera un geólogo sin título. Eso registra el Patrimonio Inmaterial. Las creencias, las devociones, los rituales (no solo lo religioso, también esta lo profano)”, advierte la funcionaria.

Estas tradiciones no están quietas, pueden sufrir modificaciones en el tiempo, como el oficio de picapedrero que hoy deviene en artesanos.

“Antes los picapedreros trabajaban para el servicio público, hacían calles, edificios y hoy ese ofició derivó en arte y en la escultura en piedra”, pero manteniendo ciertas características que lo ligan con aquella profesión de los inmigrantes de principios de siglo.

Se trata de un proceso continuo de construcción de identidad, recibiendo una tradición particular de las generaciones pasadas que se pone en acto en función de su situación presente. El historiador inglés Arnold Toynbee decía que cuando hay que andar petrificando la cultura es signo de la decadencia de la civilización.

Pedirles a los artesanos que se limiten a realizar fieles copias de las creaciones de los antepasados es limitar el espíritu creativo con que se nutre la tradición.

Hoy es un deber alentar a las comunidades para identificar, documentar, proteger, promover y revitalizar ese patrimonio. En nuestro caso se comenzó por declarar PCI alartesanado del picapedrero, las escenas de la redención, procesiones y peregrinaciones en la Iglesia Católica, actos festivos y religiosos de la Iglesia Luterana y la Tandilia.

 “Esto es un registro abierto, mañana pueden aparecer los carnavales, la farándula, ‘Tango por los Bares’ y la idea es que la comunidad aporte sus ideas. Hay que cambiar la visión de cultura, hoy más abierta. Tiene que ver con todas nuestras vivencias. En Tandil hay diversidad, hay colectividades y esto enriqueció nuestra identidad”, remarcó el concejal.

Por su parte Conti agregó: “Trabajamos bajo el formato de ordenanza como marco legal. El patrimonio intangible comienza a ser relevado y surgen las fichas para hacer un inventario. La idea es dejar una base sólida de fundamentos y que se puedan sumar elementos al patrimonio. Va a haber una área encargada de ello y es muy importante saber que es de todos y para todos, por eso celebro este trabajo en conjunto con las demás fuerzas”.

No estamos acostumbrados al marketing de la cultura, pero hay que informar, crear conciencia y educar. Eso marca la ordenanza. “Yo puedo hablar con orgullo de esto, porque estamos trabajando para el hoy y para el mañana. Es cierto que se han perdido cosas, pero todavía queda mucho en el desconocimiento. Hemos encontrado joyas arquitectónicas increíbles y algo que me llama la atención es el orgullo que sienten los tandilenses por su ciudad, esta pertenencia no es casual”, indicó la Licenciada.

“Esa comunión del hombre con la naturaleza no se puede perder nunca y la vamos a conservar. Hoy el patrimonio está en la agenda del gobierno y eso es muy importante”, finalizó.

Los artesanos de hoy, retoman a los picapedreros de ayer

Bastaron solo unos minutos en los añejos galpones del ferrocarril para conocer a estos testigos vivientes de nuestro pasado. Y no porque hayan vivido en la época de oro de la cantera, sino porque entre sus manos se guardan las huellas de aquellos inmigrantes que trabajaban la piedra.

“Los picapedreros nacen en las canteras de Italia, cuando le cortaban los mármoles a los artistas. Había un picapedrero al lado de Leonardo para que le cortara el bloque que este quería. El que en verdad sabía cortar la piedra era el picapedrero que no iba a la Universidad”, relató Magdalena Conti.

El Taller Municipal de Picapedreros y Artesanos nació bajó el impulso de Eduardo Rodríguez del Pino, quien soñó un lugar donde resguardar estas tradiciones y redefinirlas en el contexto del presente.

Por eso su primera medida fue acercar a Jesús Duarte y Alfredo Fadón, picapedreros de estirpe y profesión. Luego la impronta artística llegaría con los profesores de arte y escultura, como el caso de Mariana Debaz, una de nuestras interlocutoras en la visita al taller.

Hoy más de 15 vecinos se acercan a tallar piedras y enfrentar el granito como se hizo tiempo atrás, en este mismo suelo. Las nuevas técnicas no sepultaron a las viejas, la visita se complementa con un repaso por la historia de los picapedreros y su forma de producción.

En aquellas primeras etapas, Fadón o Duarte hacían los cortes utilizando los “pinchotes” y los alumnos proseguían con la actividad bajo un trasfondo histórico.

 “Nosotros buscamos un fin artístico con la piedra. Por eso hoy funcionamos como un taller de escultores. Pero rescatamos el oficio del picapedrero desde su historia, damos charlas, hacemos visitas guiadas, estamos abiertos al turismo y contamos las historias tal como nos la contaron a nosotros. No somos picapedreros en sí, pero los reivindicamos y nos es identitario porque trabajamos el mismo granito que ellos, respetando la tradición en esta misma tierra”, sostiene la profesora.

La diferencia con aquellos  radica en la potencialidad de recursos, “nosotros hoy no podemos subir a un cerro y sacar una piedra gigante colgados de la sierra como hacían aquellos, tenemos máquinas y herramientas que han modificado las técnicas”, relató Debaz.

Hoy al visitar el Taller nos encontramos con Tito, Mario y Ernesto, entre otros, quienes sueñan, crean y posan sus manos en la piedra como lo hacían aquellos. Las técnicas cambiaron pero las sensaciones se mantienen intactas.

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