Policiales

Lezcano vuelve a reflotar un caso que estremeció a la ciudad

04/11/2014

Desde las páginas del “prestigioso” diario Página 12, la psicóloga volvió a cargar las tintas contra la justicia en nuestra ciudad. Retomó el caso de la niña Sofía, mientras cumple una sanción de dos años sin poder ejercer la profesión.

Algunos creen sus denuncias y otros hablan de un negociado con la salud mental de los niños que pasaron por su consultorio.

Actualmente se encuentra suspendida de sus funciones por el Colegio de Psicólogos de Azul y enfrenta un juicio que pone en riesgo su carrera como profesional. No obstante, permanece en su lucha y vuelve a la carga.

Daniela Lezcano es psicóloga con especialización en maltrato y abuso infantil. Transcribimos algunas preguntas y respuestas de la entrevista publicada en el matutino capitalino.

¿Qué es lo que más te marcó en tu experiencia con chicas abusadas?

–Justo veía en la televisión el caso de la chica violada en el colegio de Avellaneda y me acordé del caso de Sofía, que hoy tiene ocho años y tenía cuatro años cuando la vi, a mediados del 2010, después de un abuso. El padre denunció que su hija era abusada por la madre y su pareja. La Justicia obliga a que se haga un proceso de revinculación con la madre mientras que seguía el proceso penal. Un día a ella le tocaba la visita y el papá me llama que, al salir, la nena le dijo que había sido abusada nuevamente. Los fui a ver a la comisaría de la mujer. La carita de esa nena, colorada, llorosa, pero con lágrimas pegadas en las mejillas, que les veías los surquitos, esa cara de recién abusada, fue impactante.

¿Este caso demuestra que los varones también pueden ser protectores?

–La mayoría de las denuncias son realizadas por mujeres. Es el único caso que conozco de un padre protector.

¿La actuación sobre este papá denunciante muestra que no se trata de una persecución a varones sino de un modus operandi de abusadores sexuales?

–Se trata de invisibilizar el abuso y no verlo como delito. Hay un poder muy grande de los pedófilos. Es sistemática la persecución, el descrédito y la invisibilización del relato del niño y de los mensajeros que seríamos los psicólogos que validamos el relato. Siempre te dicen que estás paga y que estás mintiendo. El descrédito no está fundamentado en mi trabajo. El efecto es que los familiares que quieren proteger a las víctimas no consiguen psicólogas porque se replegaron a partir de la condena social.

¿Esta embestida contra las psicólogas genera que haya menos profesionales que quieran peritar o atender a chicos y chicas abusadas?

–Sí, por eso es importante que haya colegios como el de Córdoba, el de Bahía Blanca, el de Mar del Plata y el de La Plata, que se pronunciaron contra el Síndrome de Alienación Parental (SAP) y alertan a los profesionales que no utilicen el SAP.

¿Por qué te sancionaron?

–En Tandil estaba el caso de Sofía y otros quince casos. Por eso se autoconvocó un grupo de familiares que fueron buscando justicia y respaldo e hicieron denuncias públicas al Ministerio de Justicia de la Nación, a Madres de Plaza de Mayo y a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Pero ante cada pasito adelante había una embestida. Hubo un caso en el que se les sacó los niños a la madre porque era pobre y los dieron en adopción, también a una abuela el asesor de menores le fisuró dos costillas porque ella le decía que no iba a permitir que revincularan a sus nietos con el abusador. A mí me cortaban los cables de mi casa y llamaban a mis hijos. Pero no me intimidaban hasta que lograron armarme una causa. Yo tengo mi título y fui el orgullo de mis viejos y es terrible salir en los diarios como la psicóloga cuestionada.

¿Cuál es la acusación?

–En el 2010 una nena, M., de cuatro años, que era paciente mía, después de un año de terapia, viene con un hematoma a la altura de la cadera y me cuenta que se había golpeado en una situación de forcejeo. Me dice que no quería que el padre “le chupe el pilun”. Le cuento a la mamá y ella hace la denuncia. Yo no hago el diagnóstico. El equipo técnico del Juzgado de Familia evalúa a la nena, dicen que hay indicadores de abuso sexual y le ponen una restricción de contacto al padre. En el 2011 me notifican que el fiscal Marcos Eguisquiza me investiga por falso testimonio y falsificación de instrumento privado como si yo hubiera tergiversado o tocado el dibujo de la nena. La acusación no dice que se cambiaron las partes sexuales, sino que en la cara se le hizo una mueca hacia abajo como si estuviera triste.

¿Qué pasó con ese dibujo?

–En julio del 2010 yo le entrego ese dibujo a la madre y ella lo deja en la Comisaría de la Mujer, pero nunca tuvo una cadena de custodia. Un año después dicen que pude ser yo la que tocó el dibujo y que la nena pudo denunciar al padre porque la induje.

¿Alegan que la terapeuta le metió en la cabeza que fue abusada?

–No pueden decir que no dijo lo que dijo, entonces dicen que yo la induje. Hay una historia clínica completa, hay testimonios de las maestras del jardín en el que ella tenía cambios de conducta sexualizados y la costumbre de dar besos como sapo. Y un diario donde la mamá contaba día a día lo que la nena iba diciendo. Ahora puedo ir a un juicio oral por esta denuncia. Estoy tranquila porque tengo una buena defensa con mi abogado Carlos Zimerman. Pero, a su vez, el juzgado manda la investigación al Colegio de Psicólogos del Distrito Ocho de Azul, que me arma un tribunal y me imponen, en febrero del 2012, una sanción administrativa: el bloqueo de matrícula y la inhabilitación para ejercer por dos años, dando por hecho que pude inducir a la niña y falsificado el dibujo. Yo no dejé de ejercer porque estoy apelando judicialmente la sanción administrativa, aunque sí me afectó muchísimo el ánimo la condena de algunos medios interesados en defender intereses de los poderosos.

¿Qué implica este proceso?

–Si no hay psicólogas que validen las palabras de los niños y niñas se terminan las denuncias de abusos. Si instalan que las madres están locas, las cansan y las invisibilizan y acallan a la psicóloga, también quedan más indefensos los niños y niñas. El fin es acallar las denuncias de quienes queremos proteger a los más débiles.

Imágen: Política Tandil

 

 

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