Deportes

Juan Martín del Potro, desde el inicio

23/09/2014

Linda “review” de la carrera de Juan Martín del Potro en su cumple número 26. Por Fabián Valeth Orozco para www.matchtenis.com.

Ya son 26 años desde que una ‘torre’ se irguió en Tandil. Fanático del fútbol y apasionado por el tenis, Juan Martín del Potro es el tenista más valioso de Argentina en la actualidad. Sus 18 títulos en el profesionalismo, su trofeo en el US Open y su estancia concurrida en el top ten del ranking, demuestran el talento innato que posee ‘La Torre de Tandil’ y que lo ha hecho merecedor del rótulo de ser uno de los mejores jugadores del circuito, a pesar de las constantes lesiones que ha sufrido en sus nueve años de carrera. Por su cumpleaños, echamos un vistazo a su andar por el tenis: sus triunfos, derrotas, consagraciones y hasta molestias físicas. Todo un poco de la vida de del Potro.

Patear una pelota de fútbol parecía ser el futuro de Juan Martín del Potro, y por qué no, si nació en el país donde este deporte es hasta un estilo de vida. Sin embargo, el destino le tenía predestinado una cuestión totalmente diferente. Inducido por Marcelo Gómez, el tandilense dejó el ‘soccer’ y pasó a amar el tenis, ese mismo que eligieron Juan Mónaco, Mariano Zabaleta, Diego Junqueira y Máximo González. ¡Qué casualidad! Sus padres, un exjugador de rugby y veterinario y una maestra, tal vez no tenían ni el más mínimo conocimiento profundo sobre la disciplina de la raqueta pero le dieron todo el aval para que pasara del hobby a una profesión. “Ellos quieren verme feliz. Si yo estoy feliz de hacer esto, ellos me impulsan a que lo haga. Si quiero estudiar o jugar fútbol, ellos me van a apoyar”, comentaba del Potro en una entrevista para la Revista Deuce en 2008.

Tener la bendición de los padres en cualquier decisión de la vida de un hijo es más que un impulso para tal determinación. A partir de ahí, Juan Martín empezó a construir eso que exactamente es ahora: un jugador heterogéneo con un saque potente, un drive recio y poderoso, un revés a dos manos consistente, formidable movilidad a pesar de sus 1.98 metros de estatura y su capacidad de ser un tenista all-superficie. Su andamiaje en el tenis inició en los torneos Futuros, con 14 años en el 2003, donde ganó su primer partido hasta su quinto torneo. Dos años después llegarían sus dos primeros trofeos (de los tres en total) en el F1 y F2 de Chile. En los Challengers también triunfó tres veces: en Montevideo, Aguascalientes y Segovia entre 2005 y 2006. Precisamente ese último año fue su incursión por lo torneos ATP, donde logró su primera victoria, comenzó a familiarizarse con la nueva rutina de su carrera y terminó la temporada como el jugador más joven entre los primeros 100 del ranking.

En el 2007, Juan Martín del Potro alcanzó su mejor participación en un Masters 1000 hasta ese momento (4R en Miami, cayendo ante Rafael Nadal) y su más alta en Grand Slam (3R en el US Open, cediendo ante Novak Djokovic). Y es que precisamente el Abierto de los Estados Unidos se proyectaba como su evento predilecto, desde muy chico lo consideró “su torneo” y un par de años más tarde allí mismo alcanzaría el cielo.

Pero el estallido de ‘Delpo’ no alcanzaría el verdadero clímax sino hasta 2008. Aunque antes de eso, el argentino ya empezaba a experimentar el fastidioso y tedioso mundo de las lesiones. Aún con 18 años, ya tenía que abandonar torneos por dolores musculares y lumbares. Pero sí, ese 2008 fue el comienzo del idilio: ganó cuatro títulos consecutivos en sus primeras cuatro finales (Stuttgart, Kiztbühel, Los Ángeles y Washington), algo que para ese entonces nadie había logrado en el circuito. Lo cierto es que unos meses antes eso era una utopía: sólo había jugado tres torneos en el primer trimestre por molestias en la columna en el Australian Open (le dejó dos meses de inactividad), misma lesión en Roma (20 días de incapacidad) y desgarro en el muslo derecho jugando Copa Davis. “Al comienzo de año (2008) yo estaba jugando muy bien, pero tuve muchas lesiones, problemas con mi cuerpo y mi físico (…) Cambié de entrenador, de preparador físico, cambié todo”, así fue la determinación severa de del Potro, que pasó de ser entrenado por Marcelo Gómez a cambiar por Franco Davin, quien terminaría siendo determinante en su ascenso. “Él cambió mi juego, cambió mi mente, cambió todo. Cuando juego y lo veo en las gradas me da confianza para jugar relajado”.

Con semejante hito logrado en sus cuatro primeras definiciones, Juan Martín se proyectó como una promesa real. Y es que de los once jugadores jóvenes que en la historia del tenis han ganado cuatro títulos en una temporada, diez han sido número 1 del mundo (Nadal, Hewitt, Sampras, Agassi, como los principales), una razón suficiente para establecer lo que le podía deparar. Al terminar el 2008, ya tenía los cuartos de final como su mejor actuación en un grande y, ¿dónde lo había logrado? Sí, en el US Open. Predilecto US Open.

La siguiente campaña venía como un tren ambicioso sin frenos. Inauguró el año con el título en Auckland, llegó a las semifinales en Roland Garros y estuvo por primera vez en la final de un Masters 1000 en Canadá, cayendo ante Andy Murray. Pero a unos kilómetros de distancia estaba la gloria: el Abierto de los Estados Unidos, ese mismo que años atrás deseaba simplemente disputar. Venció a Juan Mónaco, Jürgen Melzer, Daniel Koellerer, Juan Carlos Ferrero y Marin Cilic para llegar a las semis; allí sacó a Rafael Nadal con contundencia con un triple 6-2 y en la final, desbancaría al todopoderoso Roger Federer estando 1-2 abajo en sets. ¿Quién lo iba a pensar? del Potro era campeón. Se convirtió en el jugador más alto en la historia en ganar un Grand Slam (compartiéndolo a la fecha con Marin Cilic) y hacer que un argentino triunfara nuevamente en Flushing Meadows desde 1977. Eso le valió ganarse los elogios de todo su país y ser recibido unos días más tarde como una personalidad de incalculable calibre en su natal Tandil. “Mis amigos me dijeron que casi un tercio de la población de Tandil estaba allí, nunca olvidaré ese momento de mi vida”.

Para 2010, del Potro ya era número 4 del mundo (había sido finalista del Torneo de Maestros en 2009) y estrenó tal condición en el Abierto de Australia donde perdió en ronda de 16 aquejando dolor en la muñeca. Tuvo que parar por ocho meses y dejar de lado la posibilidad de volver a Nueva York a defender su título. “Si no es este año, será el siguiente. Sólo jugar el torneo otra vez será bueno para mí”. Regresó en Bangkok pero no estaba en su nivel. El 2010 fue un año donde escasamente hizo presencia en el circuito. Todo fue en declive y en 2011 era 259 del mundo: él, Juan Martín del Potro, ese que había sido el monarca en Manhattan. Pero todo grande se levanta y da lo mejor de sí: ganó dos títulos más en Delray Beach y Marsella, aunque sus presentaciones en Grand Slams no pasaban de la cuarta ronda. Fue un año de transición y de reconocimiento de sensaciones. A partir de 2012 y hasta el siguiente, ‘Delpo’ demostró una vez más sus condiciones connaturales y progresivas: ganó 9 títulos y sólo perdió tres finales, llegó a las semifinales de Wimbledon (2013), fue medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres y por primera vez fue finalista en los Masters de Indian Wells y Shanghái. Tal vez esa ha sido la deuda del argentino, la suerte no lo ha acompañado en los segundos torneos en importancia de tenis masculino.

Pero esa misma ‘mala suerte’ volvió con las lesiones. En 2014, la muñeca nuevamente se resintió y sólo lo dejó jugar cuatro torneos (fue campeón en Sidney). En Dubái tuvo que resignarse y detenerse para someterse a una operación quirúrgica y darle fin a un mal que lo lleva disgustando por un vasto tiempo. Con un poco más de cuarto de siglo cumplido, Juan Martín del Potro sigue actulmente alejado de los campos, esperando volver tal vez en la parte final de esta temporada, cuando los torneos bajo techo sean el dominador del calendario.

Que el circuito lo necesita es algo muy claro, pero mientras ese regreso llega, este paréntesis es una excusa perfecta para destacar todo lo que ha logrado en una carrera provechosa aunque cortada en un sinnúmero de momentos. Ese que años atrás deseaba “jugar como Marat Safín y estar centrado como Lleyton Hewitt” hoy es una realidad, y fue capaz de crear un estilo para no parecerse a nadie, sino para ser como Juan Martín del Potro. Ese mismo que no ha dejado sus tierras y decidió que Tandil siga siendo su residencia para sentir el calor de familiares y amigos. “En Tandil mi mamá me dice: ‘Juan, a comer’. Y dejo de tener mis momentos solo. Vuelvo a sentirme como un chico. Duermo en mi cuarto y está todo igual. Mi osito de Boca, que tengo desde los 4 años, está al lado de mi cama”. Son apenas 26, aún quedan muchos años de carrera y gloria. ¡Felicidades, Delpo!

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