Política

Salsa Serrana: Lunghi al borde del soponcio político

20/09/2014

El desacuerdo por la SAPEM con la Cámara Empresaria y las críticas a sus funcionarios con menos timming para las relaciones públicas, fueron minucias al lado del ¿inesperado? trascendido político que colocaría a Miguel Lunghi al borde del soponcio político.

Ni las dudas de los transportistas ni la objeción de la Cámara Empresaria a la creación de una nueva sociedad anónima con participación mayoritaria del Estado (SAPEM) para manejar el dinero del boleto electrónico y del estacionamiento medido le fueron tan irritativas a Miguel Lunghi como el malhumor que le produjo el envenenado rumor que ya está siendo debatido, por ahora entre murmullos, en el centenario comité de calle Mitre.

Una muy densa reunión de gabinete –el lunes- habría servido como acto catártico del intendente. El barco que conduce desde hace once años tiene la tripulación cansada, pero el hombre es afecto a los refranes populares. Precisamente usó para la ocasión uno que se le atribuye a Juan Domingo Perón: No hay que cambiar de caballo en medio del río. Se refería, Lunghi, a ciertos equinos del staff, pero sobre todo a uno, el cuestionado presidente de la Usina Popular, Ing. Oscar Maggiori. “No vamos a entregarlo ahora, de ninguna manera”, redobló el jefe comunal.

Entregarle al edil del Pro Claudio Ersinger la cabeza de Maggiori es lo último que hará el intendente. Para ello mandó a instruir un equipo de mártires que será bautizado con el nombre de “La Legión”, en alusión al puñado de oficiales que en 1841 enfrentó la odisea de huir con los restos descarnados del unitario Juan Lavalle hasta Bolivia, con el fin de que los federales no pudieran dar con ellos y exhibir la cabeza del general en una pica. El jefe de gabinete fue el único que se atrevió a intervenir haciendo valer sus erudición histórica: “Señor intendente: le recuerdo que los restos de Lavalle fueron velados en una casa de Tilcara y en Huacalera, a orillas de un arroyo. Luego sus legionarios descarnaron el cuerpo semi podrido del general, envolvieron las partes blandas en una bolsa de cuero, y las enterraron cerca de la Capilla de la Inmaculada Concepción. El corazón fue colocado en un recipiente con aguardiente, sus huesos lavados y puestos en una caja con arena seca, y su cabeza guardada en un recipiente con miel para facilitar su manejo y posterior escondite de los federales. Los restos fueron llevados a Potosí, donde fueron recibidos con grandes honores por el Gobierno boliviano, y finalmente inhumados. Está bien que Tito sea un cadáver político y venga dejando los jirones, pero… ¿todo esto tendremos que hacer en nombre de la amistad?”, preguntó Marcos Nicolini“Ustedes no, pero sí los voluntarios que semejante proeza requiere”, dijo Lunghi, quien le encomendó la tarea al remisero Carlos Balbín, ex encargado del cementerio, Rubén Crovo, ex director de Señalización y dos tipos en funciones de reputada dureza en la calle: el director de tránsito, Walter Villarruel y el director de Bromatología, Dr. Omar Olivera. La travesía será intercontinental, porque Maggiori aún sigue de vacaciones en España. Una misión de esta naturaleza –consistente en demorar el regreso del presidente de la Usina hasta 2015- requiere del cuerpo de elite de una gestión.

Luego, con gesto adusto, el intendente repasó las últimas contrariedades: el cortocircuito con la Cámara Empresaria, por la creación de una sociedad anónima con participación mayoritaria del Estado y el nuevo régimen de habilitaciones municipales. “Si hasta un tipo moderado como Patricio Fernández se me anima, eso quiere decir que algo no anda bien conmigo… ¿Habré perdido el fuego sagrado?”, caviló mirando fijamente la plaza mayor a través de la ventana del despacho.

El secretario de gobierno Matías Civale, a quien en el seno del gabinete muchos sindican como el autor intelectual de las últimas desventuras del jefe comunal, le recordó que vaya preparando el estómago, pasado de Hepatalgina, para la divergencia que tendrá con Daniel Albanese, presidente de la Cámara de Transporte. Albanese no quiere saber nada (“Me hace cosquillas”, confesó), que el dinero del boleto electrónico de los colectivos sea manejado por la sociedad anónima estatal, cuando hoy esa plata pasa primero por su caja registradora.

-¿Qué otro quilombo más hay? –indagó Lunghi a los miembros de su equipo.

-El Negro Serra dijo por Radio Tandil que la construcción del Centro de Salud Mental “Tita Brivio” fue una estafa de nuestro gobierno –le informó el Lic. Luciano Grasso.

-Intérnenlo –ordenó, parco, el jefe comunal-. ¿Algo más?

-El gordo Guillermo Scarcella compró la Pensión de los Chingolos…perdón… quise decir La Posada de los Pájaros –informó Mario Civalleri-. O sea que si quiere hacerla competitiva deberá ampliarla y tendremos que darle una excepción del tamaño del Murallón del Dique…

-¡No más excepciones! ¡Es un gordo pedorro y peronista!

-Funcionario y armador político de Scioli, jefe. Y usted se lleva bien con el motonauta. Si llega a ser Presidente seguro que parará en la Posada de Scarcella. O sea… no sé si me explico –abundó el secretario.

Pero todavía Lunghi debió digerir una noticia que empezó a merodear las paredes de su centenario partido. Un histórico dirigente radical que no tuvo ni tendrá cargos en el gobierno, analista de la primera hora y que suele exhibir la costumbre de plantear sus pragmáticas opiniones ante los correligionarios, incluido –cuando lo dejan- al propio intendente, dejó trascender lo que sería para Lunghi un sapo del tamaño de un dinosaurio: “Si nosotros los radicales fuimos a las elecciones con Lavagna primero y también con el Colorado De Narváez después… ¿por qué no vamos a ir con Macri? ¿Porque Ricardito Alfonsín no quiere? ¡Mirá vos! ¡Después de esa publicidad patética que hizo con De Narváez en la tele! Si este partido desear recuperar su vocación de poder y ganarle al peronismo alguna vez en la vida, entonces ha llegado la hora de empezar a debatir la alianza con Mauricio Macri acá en Tandil también”, sentenció el correligionario.

-¡Deliaaaaaaaaaaaaaaaa! –gritó furioso el intendente-. ¡Un turno con el psicólogo Orbea ya! –pidió.

-Ese hombre es peronista, Miguel… -advirtió tímidamente la secretaria privada.

Por toda respuesta, Lunghi partió raudo a hacerse atender la parte superior de su cabeza, pero con otro profesional de su estima y tradición: el peluquero Tero Zinóbile.

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