Política

Y una tarde escracharon a Julio Méndez…

10/09/2014

“Vecino, vecino, acá vive un asesino”, fue el cántico con que alrededor de un centenar de manifestantes escrachó en el atardecer del miércoles a Julio Méndez, ahora preso en su domicilio de San Martín y Rodríguez, y condenado por el crimen de lesa humanidad cometido en 1977 en la llamada “Quinta de Méndez”.

No podrá decir Julio Méndez que eligió un lugar distante del casco urbano para disfrutar del beneficio de la prisión domiciliaria. En pleno centro de Tandil, en la esquina de San Martín y Rodríguez, en el octavo piso del emblemático edificio donde vive junto a sus vecinos. Condenado a once años de prisión por ser partícipe necesario junto a su hermano Emilio Méndez –aún recluido en cárcel efectiva- de la tortura y desaparición del abogado laboralista Carlos Moreno, en 1977, resultó favorecido por un cuadro de diabetes con el beneficio de la prisión domiciliaria. San Martín y Rodríguez es desde hace un mes su casa y su cárcel. En el octavo piso del edificio donde ayer habrá podido mirar el vacío y, frente a la parada de taxis sobre Rodríguez, en la plaza artificial que construyó Lunghi, el centenar de personas que repudiaba su nombre.

“¡Vecino, vecino, acá vive un asesino!”, gritó uno de los participantes de la marcha cuando se llevó el megáfono a la boca. Y todas las voces emularon la consigna. La marcha fue convocada por la Multisectorial Memoria, Verdad, Justicia y Alegría y participaron de ella militantes de organismos de derechos humanos, familiares de desaparecidos, dirigentes políticos y sobrevivientes del terrorismo de Estado.

Fue el primer escrache efectivo que recibió Julio Méndez. Pero el acto bautismal ocurrió allá lejos y hace tiempo, en 1991, y tuvo como dirección la vivienda de su hermano Emilio, cuando la agrupación Hijos y Memoria por la vida lo escracharon como colaborador civil de la dictadura militar, pintándole el frente de su casa, en un contexto político totalmente distinto para la ciudad: gobernaba el régimen zanatellista y al otro día Emilio Méndez apareció en los diarios lamentando lo ocurrido “sin renegar de mi amistad con las fuerzas vivas”, como declaró. Estaba lejos de imaginar lo que habría de depararle la historia veinte años después, cuando en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Centro el ex gerente del Banco Comercial y su hermano fueron juzgados y sentenciados por resultar partícipes necesarios civiles en la ejecución de un delito de lesa humanidad, ocurrido en la quinta que los Méndez habían cedido a la dictadura militar, y que se habría de convertir en el primer crimen de semejante naturaleza en la historia local.

Un centenar de manifestantes recordaron ayer aquella historia haciéndole saber a los propietarios e inquilinos del edificio de San  Martín y Rodríguez quién es uno de los vecinos que vive en el lugar. Lo hicieron a través de duros epítetos, con un corte de calle que duró algunos minutos y una breve alocución de repudio con el clásico estribillo incluido que los Méndez ya están acostumbrados a escuchar.

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