Política

¿Por qué Lunghi lo cepilló a Cifuentes?

27/08/2014

El jefe comunal criticó destempladamente el manejo de los subsidios del erario público por parte de la Liga Tandilense de Fútbol en las obras del Estadio. Los febriles mentideros del empedrado fabularon las imaginables truculentas suspicacias, pero el motivo del enojo de Miguel Lunghi se podría encuadrar en una palabra que él detesta.

Quienes lo conocen un poco a Lunghi saben que hay una cosa, por sobre todas, que puede sacarlo de las casillas: la inoperancia. “Mire, ni el jefe comunal ni nadie de su equipo desconfíamos en absoluto del presidente de la Liga Tandilense. Acá no hay un problema en el manejo de los fondos sino en los tiempos que revelan una gran inoperancia para que por fin puedan empezar las obras en el Estadio. Es comprensible que el escribano Cifuentes haya tenido que dedicarse a algunos problemas personales, y nadie está cargando las tintas con cosas de malversación o cualquier otro hecho que no existen de ninguna manera. Acá no hubo inconvenientes en el tema de los fondos de los subsidios sino en la lentitud increíble de la Liga para formalizar algo tan sencillo como un contrato. Si las obras no empezaron fue porque Cifuentes no viajó a Buenos Aires a firmar el contrato con Shap. Y sin ese papel, el Municipio no puede transferir el resto de dinero. Y sin ese papel las obras no van a empezar jamás. Esto es lo que sacó de las casillas a Lunghi”.

El relato a este portal de noticias de una alta fuente del gobierno revela la quintaesencia del carácter del intendente, y también las altas dosis de Hepatalgina política que debió tomar hace ya unos cuantos meses, cuando un hombre de su riñón –José Solanilla- perdió la presidencia de la Liga a manos del delfín de Diego Bossio: el “Tiburón” Cifuentes, si cabe la humorada. Ese sapo, Lunghi tardó un tiempo en digerirlo. Luego Santamarina llegó al Nacional B y el sapo creció tanto como el que debió devorarse hace unos días Pino Solanas frente al desplante de Lilita Carrió: el pediatra tuvo que compartir la mesa y la iniciativa de una remodelación del Estadio San Martín con el propio Cifuentes y Pablo Bossio. Y también, sin poder disimular cierto dolor rectal, lo digirió. Pero lo que colmó la paciencia política (y no política) de Lunghi es el retraso inexplicable en un trámite burocrático: hace dos meses que Cifuentes debería haber estampado su firma en el contrato con la empresa Shap, para que el gobierno pueda librar los fondos del subsidio excepcional que debió realizar, el segundo, porque el primero –de 600 mil pesos- ya salió de las arcas del declinado Licenciado Morando a la cuenta corriente de la Liga Tandilense y desde allí a la empresa Edgardo Vázquez, para comenzar algunas refacciones imprescindibles del San Martín, que también llevan su tiempo de retraso.

Este combo que un funcionario de primera línea del gobierno definió lisa y llanamente como un acto de “inoporancia” fue lo que llevó a Miguel Lunghi a salir con los tapones de punta contra el presidente liguista. Disgustado por el episodio, Pablo Bossio pedirá en estas horas que el intendente vaya a la Liga y manifieste su preocupación ante la presencia de los representantes de todos los clubes. Se viene, de manera perentoria, una reunión para calmar los ánimos enervados. Por aquello de que el show debe continuar.

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